Encontrar la calma, la paz y olvidarnos del estrés son los objetivos que muchos buscamos en el día a día.
Las vacaciones de Navidad cada vez están más cerca y con ellas, llega ese momento tan especial del año y tan esperado por muchos, sobre todo, por los más pequeños.
Ya está aquí el invierno desde el pasado 21 de diciembre. Representa tantos símbolos visuales, espirituales e históricos que bien merece un relato, un artículo, una novela, un poema, un spot o una película.
Hay quienes viven el invierno perpetuo, en los nortes del planeta y de algunos países. Hay quienes no conocen el invierno porque viven en los trópicos. Pero siempre existe el invierno íntimo, un periodo para que vivamos los sueños por cumplir. Un refugio para mirarnos por dentro, calmados, a la espera del conocimiento, a la espera de lo que cada cual anhela.
El culto a los lugares de bienestar que giran en torno al agua es algo antiguo que se remonta a las civilizaciones clásicas y medievales de las que bebe la cultura española: griegos, romanos y árabes le otorgaban una importancia capital al bienestar, hasta tal punto que incluso sus ciudades estaban configuradas para ello.
Saborear algunos dulces navideños es uno de esos momentos que no pueden faltar en las fechas navideñas. Chocolate, mantecados, bombones, turrón, mazapán, barquillos y muchos más.
Víctor Frías (Málaga, 1975) habla de su última novela, ‘La caricia del agua’, con una serenidad que transpira en cada palabra. En su discurso hay un poso de tranquilidad y bienestar que, seguramente, tiene mucho que ver con Hammam Al Ándalus Málaga, uno de los principales escenarios donde se ambienta su obra recién publicada.
La búsqueda activa del bienestar nos ha acompañado a lo largo de toda la historia. Culturas como la romana o la árabe le daban una importancia fundamental al cuidado personal, a la relajación y desconexión de su rutina. Es fruto de ese interés que nos hayan legado sus thermae – en el caso de la civilización grecolatina- o sus Hammam – en el caso de la árabe.