Como cada 18 de mayo, se celebra el Día Internacional de los Museos, y estos templos abren sus puertas invitando a la comunidad global a adentrarse en los tesoros culturales que residen en sus salas. Es un recordatorio de la importancia de proteger nuestro patrimonio cultural. Pero también una conmemoración que conecta a las personas con el arte, la historia y la creatividad que han moldeado nuestra humanidad. Una invitación a la contemplación y el aprendizaje.
Los viajes en familia son una experiencia única para vivir y recordar por siempre. Además, las escapadas de fin de semana son un soplo de aire fresco para romper la rutina en la que a veces nos vemos inmersos, tanto mayores como pequeños.
El hecho de vivir en una ciudad tan monumental como Sevilla conlleva que, en el momento más inesperado, un pedazo de la historia sea descubierto reclamando su lugar. Este es el caso del reciente hallazgo de unos baños árabes en Sevilla ocultos bajo un bar.
Si este verano piensas ir a la playa, quizás sea un buen momento para que dediques parte de tu tiempo de desconexión y descanso, en ayudar a limpiar las playas recogiendo plásticos para colaborar con la limpieza y el mantenimiento del medio ambiente.
Tanto musulmanes como romanos conocían a la perfección todos los beneficios del agua sobre el cuerpo humano. Consideraban el agua como la principal fuente de vida y por ello desarrollaron los llamados hammam, con la ocupación musulmana se pusieron en funcionamiento numerosos Baños árabes en España.
No es fácil exponerlo sin tener en cuenta la tragedia que está asolando al mundo, pero siguen en pie las ciudades como si nada ocurriera, como si un virus a veces mortal fuese pecata minuta ante la grandiosidad de la primavera que las revitaliza, ante cualquier pradera de sus alrededores, ante cualquier paseo marítimo, ante la floración y los frutos. Como si ninguna desgracia ni mancha pudiera vencer su imperio arquitectónico, histórico y cultural.
Ahí siguen sus edificios y sus parques, altivos sus árboles, orgullosas sus piedras, intacto su cielo y su horizonte, ruidosos y alegres sus ciudadanos.
Aunque todos los escritores del mundo hayan escrito sobre el mar y mil artistas lo hayan retratado, el mar sigue siendo esa naturaleza que supera todos nuestros intentos de abarcarla.
Este es el momento del año en que millones de ciudadanos españoles y extranjeros sueñan con el mar como de niños soñaban con un pastel de cumpleaños. Programando vacaciones o estimulados por el buen tiempo, los habitantes de zonas no costeras y hasta los que viven en la costa, anhelan adentrarse en las aguas del mar durante al menos unos días o unos meses, cumpliendo con un ritual de inmersión en sus orígenes.
Hay quienes viven el mar todo el año, pero la mayoría de la población mundial no puede, porque viven en el interior, alejados de este milagro del palneta. Y por eso desean acercarse a las costas al menos una vez cada año.