Si hay algo en los que todos podemos estar de acuerdo es que el peaje emocional de la pandemia está siendo elevado. No es sencillo desconectar de la actualidad, de los ritmos extraños de la nueva normalidad.
En este contexto, todo aquello que ayude a mejorar el bienestar emocional se ha convertido en un recurso útil. Ahí es donde entra el ‘mindfulness’, una práctica que ha ido ganando adeptos gracias a una promesa sencilla: disfrutar del momento presente y mejorar nuestra calidad de vida.
La experta en mindfulness Beatriz Muñoz, de Mindfulness Granada, lleva una década ofreciendo cursos y asesoramiento especial para aquellas personas que quieran aportarle a su vida un ritmo diferente, más pausado y menos reactivo a todos esos elementos externos que no se pueden controlar. Con ella charlamos de los beneficios del mindfulness y de cómo practicarlo en casa.
El mindfulness ha crecido enormemente en popularidad en los últimos años pero, ¿sabemos realmente qué es o hay cierta confusión todavía con otras áreas adyacentes, como pueden ser la meditación?
Definir el mindfulness es como definir el amor o como definir el arte, es complejo. Podríamos decir que es un tipo de meditación. Al practicarla cultivamos el mindfulness, la atención al momento presente, el ser plenamente conscientes de lo que está pasando. La meditación mindfulness ayuda a eso, a vivir en el momento sin juicios, de forma relajada. Esta es una capacidad natural en el ser humano, pero la tenemos poco ejercitada. Con esa capacidad podemos ser más felices porque, además, también nos ayuda también a conectar con los demás.
¿Por qué provoca tanto interés el mindfulness?
Porque estamos fatal. Estamos en permanente búsqueda del bienestar en los lugares que no son los adecuados. En las vacaciones, las copas, las reuniones sociales, la pareja, el trabajo… Y siempre nos llevamos a casa el malestar. No nos estamos dando cuenta de que llenamos nuestra vida de cosas que no nos hacen felices. El mindfulness busca, precisamente, probar un camino nuevo que todavía no hemos andado. Es la búsqueda de la felicidad a través de uno mismo. Como dicen, “la salida es hacia adentro”.
Hammam Al Ándalus propone algo que tiene mucho que ver con el mindfulness: desconexión y tranquilidad para disfrutar del momento presente. Pero no siempre es fácil. ¿Por qué nos cuesta tanto?
Tenemos la mente muy agitada y acelerada. La sociedad fomenta la rapidez, todo lo intelectual, lo que no tiene que ver con el cuerpo; estamos sumergidos en demasiada información y nuestra energía es finita. Tenemos la energía, la atención muy dispersa. El mindfulness también es el arte de poner la energía y la atención en aquello que verdaderamente es importante para nosotros. Esto es una práctica y por lo tanto requiere repetición y continuidad.
Este año, si no me equivoco, cumple una década al frente de Mindfulness Granada. ¿Qué lecciones o ideas saca de esta experiencia?
El mindfulness realmente funciona, pero poca gente adquiere el compromiso para descubrir esto. A mis sesiones viene gente con muchísimas ganas, pero es verdad que cuesta que se comprometan en la práctica. El mindfulness es un modo de vida, una forma de enfocar la realidad y hay poca gente realmente dispuesta a cambiar su forma de pensar y de vivir. Para los que sí lo hacen, los resultados son tangibles: más felicidad, alegría, tranquilidad y bienestar. Eso sí, esto no es una pastilla y mucha gente viene buscando la pastilla del mindfulness. La gente también se desanima porque el mindfulness requiere que nos miremos a nosotros mismos y que salgamos de nuestra zona de confort. Y eso no es fácil.
La práctica de mindfulness está recomendada para cualquier persona independientemente su edad u ocupación, pero ¿qué personas suelen recurrir a sus servicios? ¿A quién atrae más la práctica de la conciencia plena?
Es algo que interesa a todo el mundo. Tengo todo tipo de perfiles, desde estudiantes con 18 años hasta personas de 80. Y en cuanto a profesiones, pues realmente todo tipo. El mindfulness responde a una inquietud humana y eso es común a todos.
A veces el principal problema es que no sabemos cuándo necesitamos parar y respirar. ¿Cuáles son esos signos que nos indican que tal vez debamos prestarle más atención al aquí y ahora?
Parar y respirar viene bien siempre. Si siendo honestos vemos que tenemos una vida satisfactoria, plena, que estamos a gusto con nosotros mismos, fantástico. Pero normalmente hay tensión, nerviosismo, inquietud, muchas cosas que no encajan, como problemas de relaciones o que no nos encontramos bien. Esa tensión de fondo incluso lleva a tener síntomas físicos. La notamos, notamos que necesitamos parar.
Las prácticas y hábitos como el deporte o una dieta saludable tienen beneficios directos en nuestra calidad de vida. ¿Cuáles son los beneficios del mindfulness?
Hay todo tipo de beneficios. Por ejemplo, a nivel cerebral cambian las áreas del control emocional, lo que hace que mejoremos nuestro bienestar y tranquilidad. La vida se va transformando, en tu vida van apareciendo espacios de tranquilidad. Nos vamos volviendo además menos reactivos, nos encontramos más calmados para poder ver qué es lo que más nos conviene y hacia dónde queremos dirigir nuestra vida.
Es importante añadir que el mindfulness se contagia, lo transmitimos a nuestro entorno: mi familia, mis compañeros de trabajo, amigos… es algo que realmente se nota.
¿Qué ejercicio sencillo podemos poner en práctica en casa para iniciarnos?
La práctica más sencilla de mindfulness, que además es muy potente, es hacer pequeñas paradas en nuestro día a día. Parar y realizar una respiración consciente, notar las sensaciones de la respiración en la nariz o en el abdomen y darnos cuenta de lo que está pasando, lo que vemos, lo que oímos; luego seguir con lo que estemos haciendo. Podemos practicar esto por la mañana cuando nos levantamos o en cualquier momento, sobre todo si nos sentimos agobiados. Esa simple pausa ya mete un aire nuevo en tu vida, algo de calma.
Otro ejemplo: en la ducha nos metemos con todos los problemas y todo lo que tenemos en la cabeza. Antes de ducharnos podemos proponernos estar presentes, disfrutar de la ducha, notar las sensaciones del gel, del agua caliente… en lugar de estar perdidos en nuestras historias mentales. Volver aquí. Como toda práctica, cuanto más la hagas, más incorporada estará en tu vida.
El mindfulness es una forma más de cuidarte y de fomentar tu salud, precisamente como vuestros baños árabes. Es como darle un baño templado a la mente.
Por cierto… en casa del herrero, ¿cuchillo de palo?
(Se ríe) Pues sí, sigo reaccionando y enredándome en historias. A veces me digo: mira que llevo años con esto y me sigue pasando. Realmente si practicas mindfulness te siguen pasando cosas, por suerte, sigues vivo. Lo que ocurre es que cambia la forma que tienes de relacionarte con las emociones y con todo lo que pasa a tu alrededor. Hay más espacio para todo, menos lucha. Por ejemplo, antes cuando metía la pata, me machacaba y ahora soy mucho más tolerante conmigo.
Para terminar, ¿qué puede hacer quien esté interesado en practicar mindfulness de forma más seria?
En mi web, mindfulnessgranada.es, ofrezco diferentes actividades on-line relacionadas con esta práctica. Todas son gratuitas y no se necesita ningún conocimiento previo. Animo a vuestros lectores a echar un vistazo por si hay alguna que les atrae. Muchas gracias.