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Desde que hay registros históricos, el agua está considerada como uno de los elementos primordiales de la naturaleza. Todas las civilizaciones se han desarrollado en torno a cursos de agua, un elemento fundamental para la vida y, también, una de las principales fuentes de riqueza y disfrute.

Especialmente significativa es el agua en la cultura árabe, en la que no sólo es fuente de disfrute sino que también se destapa como fuente de salud, bienestar y relajación.

¿Cómo fusionar el influjo del agua con el fomento y disfrute de la cultura? Con esa idea propuso Hammam Al Ándalus el ‘Camino del Agua’, un viaje por la historia del arte con el agua como hilo conductor en cada obra pictórica de esta colección que se expone en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Esta exposición nos muestra “la importancia del agua como fuente de vida y como elemento a la vez sanador y purificador”, destaca Juan Ángel López, conservador y responsable de Contenidos de la pinacoteca. Una exposición, por cierto, que se puede disfrutar conjuntamente con la visita a Hammam Al Ándalus en una promoción muy especial

Por qué el ‘Camino del agua’

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza alberga en sus salas siete siglos de pintura occidental (1290-1986) que permiten “ilustrar costumbres e ideas que han tenido vigencia durante gran parte de la historia europea”, añade López, y el agua es protagonista en muchas de esas obras.

“El agua es un referente habitual de la pintura, a la que aporta frescura y variedad. Se trata de un elemento casi omnipresente en las colecciones del museo”, agrega el conservador.

Es por eso por lo que se decidió realizar una selección de cuadros que recogiesen “diversos aspectos del empleo del agua en épocas muy diferentes”, haciendo incluso alusión a culturas no occidentales.

Así nació el ‘Camino del Agua’, bajo el patrocinio de Hammam, una exposición en la que cada pieza pictórica tiene a este elemento vital como centro de atención.

Un reto para el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

En el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza son incontables las obras en las que el agua aparece de una u otra forma, con mayor o menor protagonismo. Y esto fue lo que mayor dificultad generó a la hora de seleccionar los cuadros de la exposición. ¿Cómo se creó este itinerario? “A veces tuvimos que elegir entre varios lienzos próximos temporal o temáticamente. En tal caso, optamos por las obras que se ajustaban mejor al relato principal”, explica López.

El mayor desafío consistía en no repetir los mismos asuntos y en dotar al recorrido de un sentido pedagógico, que no fuese una mera sucesión de cuadros más o menos bellos. Había que crear un relato coherente y variado, que aportase algo al visitante”, agrega.

Fruto de esa minuciosa selección surgió una colección de 16 pinturas entre las que se encuentran obras de arte del calibre de ‘La piscina probática’, ilustrada por Giovanni Paolo Panini y que data de 1724; ‘La ninfa de la fuente’, obra de Lucas Cranach el Viejo (1530-1534); ‘El baño de Diana’ (1869-1870), creación de Jean-Batiste-Camille Carot; o la reciente ‘Mujer en el baño’ (1963), de Roy Lichtenstein.

Destacan también autores como los franceses Gustave Courbet o Claude Monet. Sobre todo este último, considerado como “el gran pintor del agua”. “Ningún otro artista dedicó tanto empeño a representar las irisaciones, transparencias y reflejos del agua. Para él, el agua era el símbolo por antonomasia de lo cambiante, de la fugacidad en la naturaleza que él deseaba cantar como ciudadano moderno. El agua, asimismo, le permitió experimentar con la tridimensionalidad y bidimensionalidad de la pintura, adelantándose a algunas preocupaciones de la vanguardia del siglo XX”, señala Juan Ángel López.

Una colección diferente

El ‘Camino del Agua’ no es una exposición al uso en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. “Estos itinerarios o recorridos permiten al visitante acercarse a la colección sin un planteamiento tan cronológico y académico como el de la organización de las obras en las salas. Contribuyen a que la colección no sea algo estático. Abren el museo a lecturas plurales y caleidoscópicas que entroncan con los retos del ser humano actual”, explica el conservador del museo.

Esta exposición “no sólo nos habla del pasado, sino que nos interpela acerca del mundo actual. Nos ofrece una perspectiva sobre cómo otros seres humanos se han enfrentado a parejos retos a los que ahora nos preocupan”, añade.

Y esto nos lleva también al aprendizaje y la concienciación a través de la cultura y a un aspecto que, según López, no debería pasar desapercibido para nadie que visite esta exposición: “el cuidado que debemos poner en el uso y consumo de agua”. “¡No la debemos malgastar! Este itinerario nos debe concienciar sobre la importancia de su preservación”, reclama.

Esta es otra de las razones por las que esta propuesta cultural de Hammam Al Ándalus y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza tiene la capacidad de sorprender a quienes la visitan y disfrutan. “Me gustaría que aquellas personas que se acercan por primera vez al museo lo hiciesen sin prejuicios, dispuestos a disfrutar de él como un espacio acogedor, concebido para su disfrute y empoderamiento”, asegura Juan Ángel López.

Filosofía Hammam

El fomento y disfrute de la cultura son una parte fundamental de la filosofía de Hammam Al Ándalus, como también lo eran los baños árabes en la tradición andalusí. Y por eso en el ‘Camino del Agua’ se fusionan a la perfección el gozo cultural con el bienestar y la relajación, otros de los valores que distinguen a Hammam.

Esta vez, el agua es el reflejo artístico del desarrollo de diferentes culturas a lo largo de los siglos, transmitiéndonos a través de los cuadros de la colección la importancia que este elemento natural ha tenido y tiene a lo largo de la historia para muchos aspectos de la vida.

Hammam y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza han hecho posible este viaje sensorial por la historia del arte con el agua como elemento conector de cada pieza pictórica, yendo mucho más allá de la mera belleza cultural. Esta vez el agua es sanadora y purificadora del espíritu, pero siempre fuente de bienestar a través de los sentidos.