Todos conocemos la expresión distraerse con una mosca. Esto significa que todos los pequeños detalles logran despistarnos y nos cuesta mucho concentrarnos en lo que estamos haciendo. Caemos constantemente en la procrastinación, otro verbo que está de moda. ¿Qué podemos hacer para no perder tanto tiempo y dedicar toda nuestra atención a la tarea que tenemos entre manos? El mindfulness es una práctica que puede considerarse como una técnica de meditación y que, gracias a sus resultados, está muy en boga.
Podemos traducir mindfulness como conciencia plena, poner toda nuestra atención en lo que nos rodea, lo que estamos sintiendo, lo que pensamos, las emociones que nos embargan. El padre de la inteligencia emocional, Daniel Goleman, escribió, “la atención es un músculo que se debe entrenar”. ¿Por qué ejercitarla? Porque nos va a proporcionar muchos beneficios en nuestra vida. Hay muchas actividades, como el yoga, que nos pueden ayudar a focalizar nuestra atención. La meditación es también muy beneficiosa.
Está científicamente comprobado que la meditación influye positivamente en nuestra capacidad de relajación y en nuestra creatividad, además nos ayuda a descansar mentalmente (ya sabemos que es muy difícil desconectar de las voces que nos recuerdan nuestras preocupaciones y deberes diarios); nos aporta más felicidad; nos libera del estrés y de la ansiedad que produce tener tareas inacabadas; aumenta las capacidades intelectuales; e, incluso activa el sistema inmune. Estas son algunas de las consecuencias que conlleva la meditación, ya que hay muchas más. Por eso, cada persona puede buscar algo muy concreto cuando se dispone a meditar.
El mindfulness nos ayuda a concentrarnos en el presente, en lo que que estamos haciendo en ese mismo momento. Ya sabemos que, a menudo, nuestro cerebro se distrae mucho con cosas que sucedieron en el pasado o se entretiene en pensar cómo será el futuro que nos aguarda. En un mundo en el que estamos permanentemente conectados, casi siempre estamos pendientes del whatsapp que nos ha llegado o los mensajes que acaba de recibir nuestra bandeja de entrada. Por no hablar de notificaciones de redes sociales o la sobreinformación digital que nos inunda. ¿Cómo mantener la concentración con estas condiciones?
Un estudio publicado por Microsoft demostraba que los trabajadores que se distraían a causa de dispositivos electrónicos tardaban 15 minutos en volver a concentrarse en una tarea compleja. Imagina todos los minutos que necesitamos para acabar nuestra lista, a veces kilométrica, de trabajo diario. La conciencia plena no solo es positiva porque nos ayuda a enfocar nuestra atención y a ignorar las pequeñas distracciones, sino porque podemos estar más serenos mientras sacamos más rendimiento de lo que estamos haciendo.
Controlar el estrés, reducir la ansiedad, enfocar mejor nuestra atención, dormir mejor, tener consciencia plena, mejorar la condición física y algunas enfermedades como la psoriasis o la fibromialgia… La práctica no es fácil, ya que requiere concentración y la disciplina de llevarla a cabo algunos minutos cada día. Pero los resultados son muy satisfactorios. Así que, ¿por qué no probarlo e incorporarlo a nuestra rutina?
A nosotros nos ha recordado mucho a algunos de lo comentarios que nos hacéis llegar a veces cuando visitáis el hammam, ya que nos contáis que intentáis desconectar de vuestras preocupaciones diarias durante vuestro primer minuto en las termas, pero que no lo lográis hasta pasado un rato. Esto es totalmente normal. Prácticas como el mindfulness pueden ayudarnos a tener consciencia del momento presente: cómo nos sentimos, cómo nos movemos y cómo reaccionamos.