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“Yo soy yo y mis circunstancias”, decía el filósofo José Ortega y Gasset. Después de conocer a Riley, protagonista de la película de animación de Pixar Inside Out, (Del revés en español) nosotros nos atrevemos a decir eso de que “yo soy yo y mis emociones”. Bucear en ellas para conocerlas y poder disfrutar más del momento.
Las emociones y sus consecuencias
Alegría, miedo, ira, tristeza y asco… todas estas emociones aparecían en la película Inside Out como un personaje más. Desde su visionado, seguro que más de uno se ha imaginado alguna vez a seres pequeños enfrentándose dentro de su cuerpo al experimentar ciertas sensaciones. Porque todos tenemos estas emociones básicas (más la sorpresa) desde que somos bien pequeños y hasta el final de nuestros días.
La alegría o la ira hacen que sintamos impulsividad, pero el miedo la frena. Somos una concatenación de decisiones que generan una cadena de acciones y que a su vez desencadena un montón de situaciones. Así se va construyendo nuestra vida. ¿No te has parado a pensar que hubiese pasado si no hubiese aparecido la timidez en cierto momento? O al revés, ¿que hubiese ocurrido si el ímpetu no hubiese hecho acto de presencia aquel día, estropeándolo todo? Somos nuestras circunstancias, pero también nuestras emociones y decisiones.
Desde pequeños aprendemos que hay emociones buenas y emociones malas. No nos enseñan que todas son importantes por algún motivo. El miedo nos ha hecho sobrevivir por millones de años, haciéndonos reaccionar ante peligros reales. Queremos experimentar constantemente la alegría, pero no somos conscientes de que para sentirla es fundamental que exista también la tristeza. Y esta última es una herramienta importante para reflexionar sobre lo que realmente merece la pena.
¡Conocer y saludar a nuestras emociones para que el camino sea más agradable y satisfactorio!
Parece que en nuestro pequeño cuerpo se dan a diario diversas batallas entre la razón y la emoción. Los estudios científicos realizados hasta ahora en este terreno aseguran que son tantas las señales que el cerebro envía al corazón, como las que el corazón envía al cerebro. Las hormonas del estrés se pueden reducir si el corazón late sin acelerarse y envía al cerebro señales para que se conviertan en hormonas positivas. Somos seres sintientes y pensantes a partes iguales.
Inteligencia emocional como estilo de vida
Las emociones nos permiten afrontar retos. ¿Sabes cuál es la mejor versión de ti mismo que te gustaría ser? El director de la orquesta filarmónica de Boston Benjamin Zander aconseja:
“Enamórate de esa persona sobresaliente. Compórtate como esa persona. Porque si nos hablamos y nos tratamos como si fuésemos personas sobresalientes, merecerá la pena esforzarnos, estaremos motivados y nos brillarán los ojos”.
Las emociones también son necesarias para crear espacios positivos. Elsa Punset nos cuenta en uno de sus programas de Redes que “La gente solo envejece mentalmente y emocionalmente cuando pierde su curiosidad y su capacidad de amar. Para evitarlo necesitamos entornos que potencien las emociones positivas. Creamos esos entornos entre todos, día a día, en casa, en nuestro trabajo, en la calle. No es magia, es inteligencia emocional”.