Una pluma clásica, unos calcetines con tiernos motivos, el libro que esperamos, una corbata, un pijama nuevo, una termomix, muebles para renovar la casa, un viaje exótico o tal vez al pueblo de la infancia, una muñeca, un balón de reglamento, un perfume francés, el mejor jamón ibérico, una cesta de Navidad, un diario para escribir llo íntimo, el disco favorito, una alianza para estar juntos, una entrada al teatro o al concierto que más nos gustan, un collar de diamantes o de perlas.

Mil regalos que se ofertan en el mercado, mil posibilidades de contentar a los más cercanos. El regalo es una muestra de cariño y empatía, una forma de saber y hacer saber que pensamos en el otro. Pero tal vez debemos elegir regalos imprescindibles, los más originales y sencillos, casi sin coste alguno.

Estos son algunos de los regalos que más apreciamos, que recibimos sin papel brillante y sin tarjeta, que de verdad oxigenan el aliento y disparan al corazón y que apenas cuestan dinero, sino voluntad y amor:

Un beso, un abrazo, un paseo por las calles, una charla de confidencias tan oportunas, un baño en agua caliente porque somos mejores cuanto más limpios, una buena comida casera en compañía, una tertulia larga entre amigos, un debate de ideas para no perderse en la actualidad, unas risas compartidas porque la alegría es bálsamo y salud, una pequeña planta en la terraza que está creciendo y exige cuidado, un atardecer en el filo del horizonte, un amanecer con zumo de naranja y café para empezar el día, una tarde jugando al ajedrez o a la oca, una sesión de cine acompañado para luego intercambiar críticas y emociones, una visita al mercado para comprar lo mejor, una mascota que nos necesita y duerme al lado esperando caricias y alimento, también un cuento ilustrado antes de dormir, alguien que arropa en pleno escalofrío por la gripe y ese alguien que cocina para nosotros o plancha nuestras camisas.

Regalos de siempre. Regalos que se abren solos sin abrirlos, porque ya estaban al descubierto hace mucho tiempo, desde que amanecemos y anochecemos. Y se presentan sin pedirlos, como flor silvestre sin invernadero.

Regalos de Navidad, de todo el año o de toda la vida: todo cuanto podemos ofrecer, incluso aquello que no sabemos que estamos dando a diario, pero que son dádivas para quienes los reciben, a veces ignorantes de que están recibiendo los mejores presentes. Imprescindibles regalos que cuestan un segundo de gesto amable y de amor sin precio. Y que tantas veces son de entrega cotidiana en esas horas y horas de colmar al amante, al amigo, al hijo, al hermano, a la madre, al abuelo.

Regalos y regalos. Más allá de estas fechas, más allá de la impostura o del compromiso. Nuestro regalo debe ser mucho más. Entre comercio y comercio, encontramos el hallazgo, pero entre un beso y otro beso encontramos una brújula para seguir vivos y caminando con las manos unidas.