Cuevas del Sacromonte de Granada: para no perderse perdiéndose

En la película reciente Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, hemos podido contemplar bellísimas imágenes de la vida de una familia viviendo en una cueva blanca y luminosa. Tanta evocación no resulta en vano. La realidad se impone, porque no es ficción sino verdad. En Granada tenemos uno de los ejemplos más significativos de esas cuevas habitables: el Sacromonte, un barrio en la periferia oriental de la ciudad, lindando con el Albaicín y el Realejo, frente a la Alhambra.

Ha sido el barrio por excelencia de los gitanos granadinos, que moraban en las cuevas. Y todavía se conservan joyas para la visita y el ensueño, abiertas al público, como el Centro de Interpretación del Sacromonte-Museo de las Cuevas que se halla en su estado original, además de otras once cuevas que explican la historia y la forma de vida de sus habitantes.

Cómo nos cambia el ciclo de las estaciones

Lo único seguro de la naturaleza, y de nosotros como una parte importante de ella, es el cambio. Las estaciones se suceden cambiando los paisajes, las temperaturas, los objetivos, los hogares, las calles, los comercios. Todo.

Por eso proponemos vivir las estaciones inmersos en sus características y elementos, modificándonos y adaptándonos a su significado, porque también somos criaturas de la naturaleza, en la que forjamos nuestra identidad desde el origen primero, que es el agua. Así podemos vivir las estaciones, viviéndonos al ritmo que ellas tocan su música.

Juventud, divino tesoro

Así empezaba el poema Canción de otoño en primavera de Rubén Darío, como lamento y dolor por los años que huyen sin poder encerrarlos en una jaula que los preserve.

¡Esa juventud! Una etapa fugaz pero irreemplazable para el funcionamiento del planeta. Solo la juventud explora los confines, solo la juventud se atreve sin rémoras, pues no entiende la vida sino como comienzo que no atisba su fin.

Caminito del Rey: un desafío al vértigo

Entre el senderismo y el reto a las alturas, en la provincia de Málaga hay un lugar único e inolvidable que se puede visitar para sentirse diferente, más cerca del abismo que del suelo, desafiante como una escalada vertical que se impone a la naturaleza. Se trata del Caminito del Rey, un paso construido en las paredes de un soberbio desfiladero, entre los municipios de Álora, Antequera y Ardales, a escasos treinta kilómetros de la capital.

Su pasarela peatonal, hace pocos años reconstruida y segura, tiene más de tres kilómetros que se extienden por las rocas sobre más de cien metros sobre el río. Una aventura sin peligro ni riesgo, pero que necesita de nervios de acero y poco temor al vértigo. Y no hay viajar hasta el Everest. Está aquí mismo.

Actividades de invierno

Si a veces pensamos que el ocio solo es posible o mejor con el buen tiempo, olvidamos las mil posibilidades que la naturaleza y nuestras ciudades nos ofrecen también en invierno. De hecho hay actividades únicas que solo pueden practicarse o apreciarse precisamente porque el frío las alienta. O porque se viven de forma diferente, especial, en esta estación.

Esquiar en Sierra Nevada o Navacerrada, visitar sin prisa las piedras del pasado en Córdoba o caminar por el largo paseo marítimo de Málaga, incluso bajo la lluvia, se presentan como experiencias maravillosas para sentirse invernal y activo. El paseo, la cultura y el deporte despiertan nuestros sentidos.

El frío ilumina la búsqueda

En invierno nos ocupamos de combatir el frío con ropa de abrigo, bufandas, gorros, estufas y chimeneas que encienden soles de calor para combatir la escasa temperatura, tan por debajo de la de nuestro cuerpo. El frío acecha y también ilumina porque nos conduce a la búsqueda del calor.

En invierno queremos mantas y edredones, calefactores en el interior y en las terrazas de los bares, guantes de lana, prendas de cuero o de piel artificial. Se trata de sobrevivir al frío sin perder la rutina de nuestras tareas y nuestro ocio. El frío es un gigante con pies de barro que se puede vencer, como al ogro de los cuentos.

En París, sin ir muy lejos y en las ciudades de España, más cerca todavía, cualquier terraza cubierta invita a la tertulia. Albergados por la calefacción reímos y debatimos, nos hacemos confidencias y agradecemos la compañía.

Imagina cuánto te ofrece el mundo

Como decía John Lennon en su mítica canción Imagine: “Imagina toda la gente compartiendo todo el mundo”. Pues bien, no lo imaginemos, podemos verlo. Porque ya está aquí la primera cita anual de profesionales del turismo mundial, Fitur, que se celebra del 22 al 26 de enero en la feria de Ifema de Madrid. Y también se abre para el público.

En este encuentro se presentarán propuestas de destinos turísticos de 165 países y regiones del planeta, además de los lugares de toda España. Este año hay diez pabellones dedicados a distintos continentes: América, África, Oriente Medio, Europa, Asia–Pacífico, además el de España, el de Empresa y Tecnología, el de Empresa  y  Asociaciones y los de Entidades y Organismos Oficiales Españoles. El país invitado es Corea del Sur, coincidiendo con el 70 aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas entre ese país y el nuestro.