Es curioso que una de las tendencias que más se repite últimamente es combinar el ejercicio físico con rutinas de masajes. El motivo es que, dependiendo de la zona que queramos trabajar y de los objetivos que nos pongamos, podemos tonificar nuestra silueta, reducir celulitis, activar nuestra circulación sanguínea, relajarnos o reafirmar nuestra piel. Así que esta técnica es efectiva tanto para nuestra piel como para nuestra mente. Con resultados visibles por fuera y por dentro no nos extraña que se haya convertido en un hype.
Los masajes manuales son milenarios. Dependiendo de la técnica que usemos pueden relajar, energizar, descontracturar, revitalizar, rejuvernecer y hasta activar nuestra circulación sanguínea. Los beneficios que esta práctica tan antigua y común en distintas civilizaciones pueden aportarnos son muchos, según la finalidad que persigamos. Para que nuestro cuerpo y nuestra mente estén en armonía y equilibrio durante todo el año solo tenemos que seguir algunos sencillos hábitos saludables.
Disciplinas tan antiguas como el yoga o el pilates se han colado en nuestra vida para hacernos disfrutar de ella mucho más. Elegimos estas prácticas para ejercitarnos física, mental y espiritualmente. Aportan armonía y equilibrio a nuestra rutina de estrés y prisas, al ayudarnos a desconectar. Al mismo tiempo tonifican y fortalecen partes de nuestro cuerpo que son fundamentales para disfrutar de una salud plena como la espalda, la zona lumbar, abdominal o las piernas. Tan castigadas todas ellas por la vida sedentaria que solemos llevar y las horas interminables que pasamos sentados durante la semana.
Algunos expertos recomiendan un masaje al mes cumplidos los 30 años, ya que a partir de esta edad perdemos masa muscular. El efecto de un masaje es global, ya que nuestro cuerpo funciona de manera coordinada. Por una parte estaremos activando la circulación de nuestra piel y eso se notará en nuestros músculos, en nuestros huesos y también en nuestro sistema nervioso.
En Hammam Al Ándalus conocemos bien el poder que tiene un masaje. Puede aliviar nuestro estrés, hacernos desconectar, permitir que descansemos mejor, conservar y mejorar nuestro apariencia física. Puede reafirmar nuestro tejido muscular, reactivar nuestra circulación sanguínea. Servir como actividad terapéutica tras una intervención médica o una lesión. Incluso se le atribuyen beneficios que funcionan como gimnasia pasiva.
El masaje es un buen aliado de nuestra salud y belleza. Bien lo sabían nuestros ancestros. Desde la China milenaria hasta las culturas clásicas de Grecia y Roma en las que esta técnica era valiosa como culto al cuerpo y también por sus beneficios durante las competiciones deportivas más famosas, las olimpiadas. Tan solo pasó por tiempos de crisis en la Edad Media, momento de oscuridad en el que la moral religiosa no lo veía con buenos ojos. Menos mal que el Renacimiento volvió a aportar luz a todas las artes y disciplinas, incluida la del culto al cuerpo. Los andalusíes fueron los responsables de conservar las técnicas del masaje y de hacer que esta tradición no se perdiera. Además, la palabra masaje viene de la palabra árabe “mass” cuyo significado es tocar con suavidad. Tú eliges el sentido que quieras que tenga para ti según las necesidades que tengas en cada momento.