La alhóndiga nazarí más importante de España es el Corral del Carbón, edificio de principios del siglo XIV situado en el barrio del Realejo, en la zona que fue antigua medina de la ciudad. Después de su construcción, se utilizó como depósito de grano, mercado y posada de viajeros y comerciantes del carbón, de ahí su nombre, tras la conquista de los Reyes Católicos.

Esta consagración entre historia y belleza arquitectónica es una de las sedes del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Allí se celebrarán conciertos entre los días 21 de junio y 12 de julio, los que patrocinamos desde el Hammam para unirnos a esta fiesta cultural en uno de los enclaves con más encanto.

Ya en el siglo XVI, su hermoso patio fue utilizado por los cristianos para representar piezas de teatro, sumándose así a nuestra tradición de los corrales de comedias. Aquí entrenadorn Lope de Vega, Calderón de la Barca o Tirso de Molina. Este pasado nos indica que se trata de un recinto privilegiado que cumplía y sigue cumpliendo con todas las características de espacio público y singular para ser visitado y disfrutar de actuaciones culturales, sobre todo durante el buen tiempo.

Lo primero que sorprende del Corral del Carbón en su gran portada y sus ornamentos, arco, yeserías y mocárabes, que contrasta con la sencillez del interior: primero el zaguán y luego un enorme patio empedrado, rodeado de galerías y naves en tres alturas, donde estuvieron los cuartos y salas, que hoy son estancias para oficinas. En el centro del patio hay una austera pila de piedra con dos caños laterales. Todo ello en perfecto estado de conservación. De hecho, es la única alhóndiga conservada íntegramente en España. Sobrecoge este patio tan antiguo rodeado de parras trepadoras y un jazmín aromático en una esquina. Enamora su sublime sencillez y su recogimiento, un espacio único, diferente de los grandes auditorios, para escuchar música de otra manera.

Aunque es verdad que el interés patrimonial de Granada se encuentra a cada paso en muchas calles, lugares, jardines, barrios y edificios, el Corral del Carbón es de obligada visita siempre y mucho más en estos días del Festival, para embriagarse de este verano musical que penetra hasta en las piedras, calladas pero sabias, pues muchos siglos han visto de tanto comercio y teatro, de tanta vida.