Piénsalo un segundo y recuerda. Desde cuándo no has sumergido todo tu cuerpo en el agua, abandonándote al placer de flotar y estar caliente y protegido, igual que un niño sin memoria.
Desde cuándo no olvidas la realidad inmediata para ser solo tú contigo mismo, desnudo y salvaje, sin conciencia del yo. Mujer sin desigualdad, hombre sin cargas, persona sin desasosiego.
Claro, sin remedio, de acuerdo con nuestra historia, hemos cambiado el baño por la ducha rápida. Es más, hay muchas viviendas que ni siquiera tienen bañera. La limpieza diaria se colma con una ducha de cinco minutos como mucho. No se trata solo de la prisa que se impone, sino de conciencia ecológica. Estamos de acuerdo en no despilfarrar nuestro bien más preciado, oro líquido del planeta: el agua. Pero hay otras alternativas: el mar, el Hammam, arroyos y ríos.