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En las termas de Hammam Al Ándalus puedes disfrutar del efecto tonificante y de todos los demás beneficios de los baños de agua fría en contraste con el agua caliente. Estos beneficios están respaldados por evidencia científica y se encuadran dentro de las terapias de termalismo y contraste térmico. Descubre cómo te purifica y mejora tu salud esta terapia.
El impacto sensorial de los baños de agua fría en tu bienestar
Un jarro de agua fría tiene una connotación negativa por el impacto que nos provoca al recibirlo pero lo cierto es que, más allá del significado de esa expresión, dejar que literalmente nos caiga agua fría en el cuerpo puede tener efectos muy positivos para nosotros en muchos sentidos.
Ese choque térmico que experimentamos estimula la producción de noradrenalina en nuestro cerebro, lo que nos activa y mejora nuestro estado de ánimo. En el fondo, ¡nos hace sentir bien! Esto está respaldado por estudios como el de Shevchuk, N. A. (2008), que señala que la exposición al agua fría puede tener beneficios antidepresivos al aumentar los niveles de noradrenalina (Medical Hypotheses).
Una ducha de agua fría también activa nuestro sistema nervioso, estimulando la secreción de neurotransmisores que mejoran nuestra capacidad de atención. Esto también alivia los síntomas del estrés y la ansiedad, por lo que esta terapia tiene un efecto sensorial y espiritual muy estimulante. Estas respuestas están bien documentadas por estudios como el de Nikolova, G., et al. (2022), que muestran cómo el contacto con el agua fría activa mecanismos psicológicos de bienestar (Frontiers in Psychology).
Contrastes de temperatura: baños de agua fría y caliente para hacer terapia
Una de las terapias más beneficiosas es el baño de contraste, que no es más que la combinación de baños de agua fría y caliente. Algo tan simple puede tener resultados muy ventajosos para nuestro organismo.
Los cambios de temperatura hacen que los vasos sanguíneos se contraigan y dilaten, aumentando la circulación. Esto tiene un efecto antiinflamatorio pero, también, contribuye a la limpieza de los tejidos, la disminución de la rigidez y la estimulación del sistema nervioso. Un estudio de Leeder, J., et al. (2012) resalta que las terapias de contraste ayudan a reducir la inflamación muscular y promueven la recuperación (British Journal of Sports Medicine).
Y luego llega esa parte más íntima, la más hedonista del viaje. Las sensaciones que despiertan al deslizarse entre las aguas, del frío al calor, del calor al frío. El cuerpo responde con un susurro de alivio, un cosquilleo suave que recorre la piel, dejando una estela de satisfacción que se funde con cada respiración. Es en ese contraste donde nace una experiencia casi irresistible, como un secreto que el agua susurra solo a quienes están dispuestos a escucharlo.
Fortalece cuerpo y espíritu con los beneficios del agua fría
Hacernos más fuertes es uno de los beneficios de los baños de agua fría, y no nos referimos sólo a nuestra salud física sino también mental. ¿Cómo actúa el agua fría en nuestro organismo? Los efectos son fascinantes…
Activación y revitalización del sistema nervioso
Una de las terapias más beneficiosas es el baño de contraste, que no es más que la combinación de baños de agua fría y caliente. Algo tan simple puede tener resultados muy ventajosos para nuestro organismo.
Los cambios de temperatura hacen que los vasos sanguíneos se contraigan y dilaten, aumentando la circulación. Esto tiene un efecto antiinflamatorio pero, también, contribuye a la limpieza de los tejidos, la disminución de la rigidez y la estimulación del sistema nervioso. Un estudio de Leeder, J., et al. (2012) resalta que las terapias de contraste ayudan a reducir la inflamación muscular y promueven la recuperación (British Journal of Sports Medicine).
Y luego llega esa parte más íntima, la más hedonista del viaje. Las sensaciones que despiertan al deslizarse entre las aguas, del frío al calor, del calor al frío. El cuerpo responde con un susurro de alivio, un cosquilleo suave que recorre la piel, dejando una estela de satisfacción que se funde con cada respiración. Es en ese contraste donde nace una experiencia casi irresistible, como un secreto que el agua susurra solo a quienes están dispuestos a escucharlo.
Mejora de la circulación sanguínea y la recuperación muscular
El frío disminuye la dilatación de las venas, lo que favorece el retorno de la sangre al corazón y se acelera nuestro ritmo cardíaco de manera moderada.
Esta respuesta de nuestro cuerpo se traduce en una mejora de la circulación periférica de las extremidades. Por eso, cuando alternamos baños de agua fría y caliente, ese contraste que abre y cierra nuestros vasos sanguíneos mejora la circulación. Referencia: Yamauchi, T., et al. (2012) señala estos efectos beneficiosos en la circulación mediante técnicas térmicas (Journal of Physiological Anthropology).
Además, el frío tiene un efecto antiinflamatorio, por lo que se acelera nuestra recuperación muscular. El efecto refrescante reduce las molestias y el riesgo de lesiones, de ahí que los deportistas profesionales utilicen los baños de agua fría como terapia de recuperación para evitar sobrecargas y roturas fibrilares.
Aumento de la concentración y la claridad mental
Los baños de agua fría despiertan nuestro cuerpo y nos provocan un estado de alerta. Esto hace que respiremos más profundamente, lo que nos permite reducir los niveles de dióxido de carbono de nuestro organismo, ayudándonos a concentrarnos mejor. Esto está respaldado por investigaciones como las de Nikolova, G., et al. (2022).
Fortalecimiento del sistema inmunológico
Otro de los grandes beneficios de los baños de agua fría es que fortalece nuestro sistema inmune. Al activarlo y ponerlo en alerta, se protege mejor ante agresiones externas como bacterias, virus y otros microorganismos que pueden ser perjudiciales para nuestra salud. Referencia: Kox, M., et al. (2014) destaca los efectos positivos del frío en la respuesta inmune (PNAS).
Al final del recorrido, el agua fría y sus contrases dejan en la piel un rastro de frescura y tonificación, pero en el cuerpo se siente como una vibración profunda, casi como si despertara algo dormido. Es en ese momento, en el abrazo del contraste, cuando todo se vuelve más claro: el cuerpo, fortalecido; la mente, despejada; el alma, renovada. Lo que antes era tensión se disuelve, y lo que queda es un suave latido, un recordatorio de que la naturaleza del agua es la naturaleza del ser: fluir, adaptarse y, en ese movimiento, encontrar siempre un renacer silencioso.