Llegué errante y lastimada.
La puerta del zaguán estaba abierta.
Bajé a la penumbra, o subí, no lo sé.
¿Cómo no agradecer a quienes
tan delicadamente nos devuelven a la vida?
La piel es más que piel, el cuerpo más que cuerpo
y el pensar piensa mal cuando olvida su origen.
Descendí
donde la paz es agua detenida
mineral mansedumbre, arcana remembranza.
¿Qué aroma disipó la discordia?
¿En qué cálida piedra se perdió la altivez?
De sombra y de silencio somos.
Ya no me pertenece
el movimiento de mis dedos.
En la atenuada luz
soy pura transparencia.
No tengo nombre alguno.
Soy más allá de mí
mucho más que mí misma.
Soy todos los que fuimos.