Lucía Ortiz, recepcionista de nuestro centro de Madrid, nos cuenta la experiencia en los baños junto a su madre:
«Hace unos meses le pregunté a mi madre por qué siempre estaba preocupada por mi hermano o por mí hasta que llegábamos a casa, si sabía que no nos iba a ocurrir nada malo, a lo que ella me contestó: “Las madres nunca dejamos de preocuparnos, porque nunca dejamos de ser madres.”
Para el Día de la Madre pensé en regalarle algo con lo que saliera de esa preocupación constante y tuviera un rato de tranquilidad, para conectar con ella misma. Y conocía el regalo perfecto, o más bien, el lugar perfecto. No es solo un escondite de paz en medio del bullicio de Madrid, sino que también es parte de mi día a día, y eso le añadía a la sorpresa un toque más personal.
Al llegar, nos envolvió la atmósfera tranquila y el aroma escogido para la primavera: el jazmín. Mi madre quedó embelesada con la decoración, inspirada en los tradicionales baños árabes, los arcos, las velas, los mosaicos.
Comenzamos la experiencia en las distintas termas. Mientras nos sumergíamos en la terma de agua templada, pude ver cómo el estrés y la tensión desaparecían de los hombros de mi madre y se le iba relajando el rostro. Conversamos en voz baja, compartiendo anécdotas y risas, reconectando de una manera que hacía tiempo no hacíamos, hasta que nos guiaron a la sala del Kessa para comenzar nuestro masaje. Todo un viaje a un estado de calma y relajación plena.
Cuando concluyó el masaje, antes de sumergirnos de nuevo en las termas, hicimos una pausa en la sala de descanso, para disfrutar del exquisito té con hierbabuena, que nos transportó automáticamente a las teterías de Granada con ese estilo andalusí tan característico.
Finalizamos nuestra visita en la terma caliente, fluyendo con el agua, disfrutando del silencio de nuestras respiraciones, acompañadas de la música de Hammam. Hasta que el sonido del primer “gong” nos trajo de vuelta a la realidad.
Salir de Hammam Al Ándalus con esa serenidad y contemplar a mi madre más rejuvenecida y revitalizada que nunca, me confirmó la idea de querer celebrar el Día de la Madre de esta manera tan especial. Este día en las termas árabes fue un regalo para ambas, una celebración de nuestra relación, envuelta en la calma y la belleza.»