Todos los caminos llevan al hammam. Las calles de una localidad son como arterias. Su sangre fluye graciosa, caótica y desordenada a través de sus habitantes. Dota de vida a su corazón. Y se entretiene en otros órganos valiosos. Como los pulmones, que dan aire puro a todo ese organismo vivo. Que siente, crece, lucha y vive: la ciudad.
Las calles guardaron historias que sucedieron en el pasado. Y aún coleccionan episodios que ocurren a cada instante. Los ciudadanos, protagonistas de un guión mágico. Como los fotogramas en el séptimo arte. Nuestras historias cotidianas. Más valiosas que cualquier beso de la gran pantalla. Porque hacemos posible que todo fluya. Como el agua de la acequia, que nos regala los destellos del sol y la melodía de sus chapoteos.
¿Te has parado a pensar que cada edificio aporta algo vivo a la ciudad? El hammam también es uno de esos pulmones. Que dan aire a la rutina a través del balanceo del alma en sus aguas y en sus cimientos de historia. Como los cines nos dan aliento de realidades fantásticas. Y los mercados nos guiñan y nos susurran. Que pase lo que pase, la vida sigue, llena de colores, aromas y sabores. Y cada una de estas entrañas vitales y sensitivas está conectada por esas vértebras que son las calles, avenidas, callejuelas y travesías. Algunas rectas e infinitas, otras pequeñas y coquetas. Todas únicas, testigos cómplices.
Córdoba, Madrid, Granada y Málaga
Tenemos la suerte de vivir en ciudades cuyas calles son elegidas lugares dignos de visita por guías de viaje. Y artículos de blogs especializados. Así que no dejes de recorrerlas en tu ruta. Para alargar la experiencia y premiar a todos tus sentidos.
No olvides quedarte embelesado al pasear por la Calleja de las Flores, en plena Judería de Córdoba. Mientras el olor a geranios y gitanillas te mece en cuerpo y espíritu. E inevitablemente la vista se desborda de tanta belleza, que culmina con una perspectiva privilegiada de la torre de la Catedral.
Entrégate a la magia que habita en cada uno de los milímetros del pintoresco y poético Paseo de los Tristes, bien protegido por el Río Darro y conductor a los lugares más bellos de esta ciudad universal. La Alhambra, el Sacromonte, el Albaicín… Qué difícil es medir la hermosura cuando se trata de Granada.
Sobrevuela con la vista la inmensidad que nos deja la foto panorámica de la Gran Vía al atardecer, desde tejados tan especiales como la terraza del Círculo de Bellas Artes. Monumental, señorial, urbana, cultural, histórica… así es una de las principales arterias de la ciudad porque, ya lo dice el poema, desde la cuna a Madrid y desde Madrid al cielo.
Déjate envolver por el olor a salitre de Málaga La Bella mientras contemplas su teatro romano o su alcazaba, o recorres la pasarela de Calle Larios, peatonal, amplia y generosa de bondades que nos reconfortan en lo divino a cualquier hora del día. La vista, el olfato y también el oído, pues siempre hay un artista en cada esquina alumbrando el talento de esta ciudad de luz.
Y cuando te hayas enamorado de cada una de ellas,
cuando te hayas empapado de la magia que cada una irradia,
cuando sientas que el paso siguiente ha de llevarlas aún más dentro de ti,
no olvides que todos los caminos llevan al hammam.