Seguro que alguna vez has deseado que alguien te diera uno en días difíciles. O que en alguna ocasión has encontrado a un grupo de personas en calles céntricas de la ciudad que ofrecían uno gratuitamente. Da igual que nos lo dé un desconocido. O una persona a la que queramos mucho. Los abrazos son reparadores y revitalizadores.
Abrazar es terapéutico para el cuerpo y para la mente. Y no lo decimos nosotros, sino que lo han demostrado diversos estudios. Sobre todo si este cariñoso achuchón dura más de 20 segundos. ¿La razón? Cuando damos abrazos liberamos oxitocina, la hormona de la felicidad. Según la psicoterapeuta Virginia Satir, “necesitamos cuatro abrazos diarios para sobrevivir. Ocho abrazos diarios para mantenernos y doce abrazos diarios para crecer”.
Llegados a este punto, queremos contarte las innumerables razones por las que deberías proponerte dar muchos abrazos cada día y recibirlos con los brazos bien abiertos. Nos hace estar jóvenes por más tiempo, son eficaces contra la depresión, nos ayudan a perder peso, nos aleja de la depresión y nos invaden de vitalidad y energía. ¡Los beneficios no acaban!
Liberan oxitocina y serotonina: el contacto físico con otra persona desencadena la liberación de la hormona de la felicidad, la oxitocina. Bajo sus efectos todo es placentero y relajante. Además, cuando es largo incrementa los porcentajes de serotonina, por lo que nos sentimos mejor.
Reducen el estrés y la ansiedad: nuestros músculos se relajan y podemos experimentar que liberamos tensión. Si nos duele alguna parte del cuerpo podemos experimentar calma.
Hacen que nuestro sistema inmunológico sea más fuerte: parece que si eres de los que abrazan y reciben abrazos tienes menos posibilidades de contraer infecciones, según un estudio de la revista Psychological Science. Tener una vida social óptima nos aleja de las enfermedades y trastornos mentales.
Nos transmiten felicidad y estamos más contentos: con los abrazos decimos adiós a nuestros malestares y damos la bienvenida a nuestra autoestima y a nuestra energía.
Dormimos a pierna suelta: nuestra motivación y atención se incrementan y descansamos y dormimos de manera más plácida
Es como practicar meditación y risoterapia: los efectos de un abrazo tienen los mismos efectos que estas prácticas. Además, nos hacen conectar con los demás, ya que respiramos a la vez.
Reencuéntrate con tu autoestima: ¿cómo te sientes cuando te abrazan y te miman? Especial, único, afortunado. Nuestra autoestima crece con los abrazos y nos ayudan en nuestro camino del respeto y amor hacia nosotros mismos.