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Considerado como pieza angular de la cultura árabe, el hammam supone adentrarse en un universo de relax pero, también, de historia. Te descubrimos las diferentes partes que conforman los exuberantes baños árabes.
El origen religioso del ritual del Hammam
En el mundo árabe antiguo, la sociedad quedaba estructurada a través de diversas tradiciones religiosas. Y uno de los lugares más recurrentes era el conocido como hammam (o esparcidor de calor), típico baño árabe que siempre se ubicaba junto a las mezquitas.
El motivo no era otro que el ritual de oración de los fieles, quienes antes de acceder a la mezquita, debían realizar una purificación (o tahara) a través del lavado de cuerpo a fin de limpiar los posibles pecados cometidos. Con el tiempo, los baños árabes pasarían a ser no solo importantes centros religiosos, sino también sociales, ya que además de la interacción se fomentaban diferentes tratamientos terapéuticos a través del agua de vapor y jabones artesanales.
El hammam quedaba dividido para hombre y mujeres, mientras que el lavado era ejecutado por una persona propicia. Un microcosmos de aromas y exotismo cuyos primeros referentes cabe encontrarlos en la cultura otomana, la cual trasladó este concepto a Estambul en el siglo XV. A su vez, el baño árabe hammam se convirtió en un referente cultural fomentado por la cultura árabe durante los diez siglos de dominación de la Península Ibérica hasta que Felipe II decidió prohibirlos, al igual que los ropajes y lenguas árabes, porque se consideraban lugares de reunión donde se conspiraba contra el rey (de hecho, en muchos hammams del antiguo Reino de Granada se fraguó la Revuelta de las Alpujarras) . En España se perdió esta tradición de salud y bienestar del baño árabe hasta agosto de 1998, fecha en la que Hammam Al Ándalus abrió su primer centro a los pies de la Alhambra.
Partes de un baño árabe o Hammam
A la hora de comprender el funcionamiento de un hammam, las diferentes partes del baño árabe se corresponden con una parte del proceso de limpieza.
El hammam requiere de la relajación como forma de preparación para el baño en un cuarto propicio conocido como sala templada. Poco después, se accede a una estancia mucho más caliente (la sala caliente) antes de sumergirse en la piscina fría.
Una vez salimos del agua fría, procedemos a un lavado de cuerpo completo y un masaje, antes de sucumbir a un último paso: retirarnos a un cuarto de enfriamiento para sucumbir a la relajación final.
Relación entre los baños árabes y la Mikve judía
Aunque la cultura del baño fue desarrollada por diferentes culturas desde tiempos inmemoriales, existen conceptos similares entre sí, especialmente en unas antiguas ciudades donde la multiculturalidad siempre estuvo presente.
En lo que respecta al mundo árabe, muchas ciudades poseían un barrio judío, conocido como Sefarad, en los que se desplegaba una versión similar al hammam, la conocida como Mikve judía.
Al igual que los baños árabes, la Mikve judía engloba un componente de purificación religiosa, ya que todos los creyentes debían sumergirse en esta piscina de agua fría a fin de exhumar sus pecados. Como curiosidad, el descenso al baño debía realizarse a través de una escalera de siete peldaños conocida como Tolá, y salir por otra sección similar ubicada al otro lado de la piscina.
El componente religioso y purificador del hammam árabe y la Mikve definen la curiosa relación de ambas culturas con el agua como elemento purificador. Y aunque hoy en día cualquier persona puede disfrutar de los baños árabes en España, Estambul, Marruecos o cualquier lugar del mundo, un factor continúa siendo relevante: la necesidad de relajarnos y, en cierto modo, depurarnos. Volver a empezar a través del más fascinante de los rituales.