Las celebraciones del verano nos sorprenden por su originalidad y diversidad. Muchas de ellas tienen un elemento en común, el agua. Estas fiestas se repite cada año en los municipios de toda la geografía. Y casi siempre acaban de la misma manera. Cubos, mangueras y hasta globos de agua sobrevuelan las calles dejando a sus participantes empapados. No hay quien se libre de un buen remojón. Aunque cada una de ellas tiene un origen distinto, algunos de ellos asombrosos.
Esta es la crónica de la noche del 14 de Agosto, en Córdoba. Cuando celebramos la primera actividad de observación astronómica de la lluvia de estrellas. Agradecemos a todos los asistentes y a AstroCórdoba su participación. Que quedará sin duda en el recuerdo de todos los que asistimos. Aquí os lo contamos.
Un telón inmenso plagado de estrellas cae sobre el cielo de Sierra Nevada. Un grupo numeroso de personas se ha desplazado hacia allí con Hammam Al Ándalus. Para ser testigos privilegiados de un espectáculo que ocurre solo una vez al año. Niños y adultos aguardan ilusionados. Para contemplar la lluvia de Perseidas que irrumpe en nuestros cielos cada segunda semana de agosto.
Los sabores que hoy en día forman parte de nosotros lo son por razón de una intensa y apasionante historia de viajes, conquistas, negociaciones, inquinas y juegos de poder que agitaron al viejo continente durante siglos. Fue en Al Ándalus donde supuso la revolución de los sentidos, pasando de una forma de enmascarar malos sabores a la más refinada técnica de sublimación del placer culinario. Os contamos cómo.
El verano concebido como estado de ánimo y refugio de paz, no como una estación del año en la que el calor nos abrasa y otras tierras tropicales junto al mar nos quedan lejos. Madrid puede convertirse en el oasis más paradisiaco, si sabemos cómo reinventarlo para después zambullirnos en él.
Nuestros ancestros ya conocían los beneficios de beber té y convirtieron este acto en un ritual social y placentero que todavía perdura en nuestros días, expresado de diferentes maneras en las distintas culturas.
Julio es el ecuador del año. El momento para caer abatidos de cansancio. Y resurgir de nuevo con más fuerza de nuestras cenizas, como el ave fénix. Julio es el final y el principio. Es la fiesta de la juventud. Que nos recuerda que, sea cual sea nuestra edad, hay vitalidad dentro de nosotros. Solo tenemos que reactivarla y continuar.