Nostalgia de la calle

“Sigan ustedes sabiendo que, más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Eso dijo el presidente de Chile, Salvador Allende, en su último discurso radiofónico mientras bombardeaban la Casa de la Moneda para destituirlo e instaurar una dictadura el 11 de septiembre de 1973. Y lo consiguieron.

Sepan pues, ustedes, que se abrirán las calles, todos sus rincones y toda su alegría para que pasemos los hombres libres, una vez que hayamos sobrevivido a la catástrofe, de eso no hay duda. Aunque estemos confinados ahora y el futuro parezca lejano, todas las puertas se abrirán para que sigamos la vida en libertad, esfuerzo y compañía. Ni un virus ni el desánimo podrán vencernos.

Una primavera con guantes

La primavera ya está aquí. A pesar de todo, ha llegado y se ha instalado en el calendario de este marzo, aunque no estemos disfrutándola en las plazas y en los parques. Este año el equinoccio fue el día 20 y nos pilló encerrados en casa, en los trabajos y en los hospitales.

Marzo comienza la fiesta de la naturaleza con el sol que genera frutos y anima a las plantas a florecer. Ya verdecido el campo, ya los árboles con sus hojas verdes y sus flores y frutos a punto, concentrados para eclosionar. Después del frío y las nevadas, este mes transita entre las rachas de mal tiempo y los brillos de la nueva vida. No hay manera de ignorar un mes que antecede a la floración y al buen tiempo. Ay, pero este marzo ya es historia de futuros libros.

Elogio de los héroes anónimos

Queridos lectores del blog, amantes de la cultura del agua del Hammam:
Aprendemos incluso en la adversidad. En estos días de encierro, sabemos de miles de personas que se han convertido en héroes de esta crisis sanitaria provocada por el coronavirus. No hablamos de políticos, líderes, intelectuales, lumbreras. No, aquí la ciudadanía ha demostrado que los héroes son anónimos y pequeños, grandiosos y sin hazañas. Mientras sigue el ritmo de contagiados y muertos, con la tristeza sin límite por los que caen, inquietos por nuestra propia suerte, surgen los héroes debajo de la piedras:

Tener tiempo para todo

Desde que vivimos confinados en casa, estamos aprendiendo a dedicar horas a cosas que nunca hacíamos.

Benditas sean las jaulas si sirven para crecer en el interior y hacia los otros.

Mucha gente cuenta su experiencia y apela a lo excelente de una circunstancia adversa.

Contamos aquí algunas tareas que el tiempo y el coronavirus nos han regalado a muchos:

En busca del tiempo perdido: encerrados en casa

En la segunda quincena del mes se ha decretado el estado de alarma y el confinamiento por cuestiones de salud pública, la nuestra, que está en riesgo por este coronavirus. Estamos en casa, tal vez en compañía o solos. Todas nuestras actividades cotidianas se han parado, al menos en la calle. Estamos encerrados entre nuestras lindas paredes. Con nuestro yo, nuestra familia, nuestras emociones y nuestros miedos.

Ten cuidado con lo que sueñas, no vaya a ser que se te cumpla. ¿Cuántas veces no hemos soñado con estar en casa para hacer esas mil cosas que no podíamos por el estrés y las obligaciones fuera de ella? Tantas quejas diarias imaginando al menos quince días para dedicarnos a estar en casa haciendo lo que más nos gusta.

Padre solo hay uno

Con la película La vida es bella (Roberto Benigni, 1999) evocamos la figura de un padre marcado por la tragedia del holocausto que, sin embargo, cuida a su hijo con amor y juego para que viva la experiencia como una aventura. No cabe mayor entrega e imaginación que la de ese hombre que desea salvar a su hijo del infierno de la Segunda Guerra Mundial, como si no hubiera pasado por ella.

Pero no es la única muestra de la figura del padre como héroe y ser humano grandioso y contradictorio. Desde el cine, como documento audiovisual del último siglo, hay cientos de filmes maravillosos en los que se analiza el paradigma paternal desde ángulos diversos: del peor al mejor, del tierno al perverso, del consciente y comprometido al ausente.

Cocina mediterránea en Málaga

Aunque todas las gastronomías locales son dignas de probar, hoy vamos a señalar la de Málaga y solo unos pocos platos, pues cada localidad de la provincia tiene sus platos típicos. Se trata de una cocina mediterránea donde reina el pescado y el marisco. Aunque hoy es posible comer casi de todo en cualquier parte y no faltan los restaurantes de distintas nacionalidades, lo ideal es paladear lo local con todos los sentidos.

Parece que hay consenso en que el espeto de sardinas se ha convertido en un símbolo de la cocina malagueña en los merenderos y restaurantes a pie de playa. El espeto consiste en ensartar las sardinas en cañas y brasearlas con leña en la arena. Normalmente se utiliza una pequeña barca encallada en la playa como fogón, aprovechándolo además para otros pescados a la brasa.