Las matemáticas tal y como las conocemos hoy no serían lo que son sin las aportaciones de la cultura islámica y el desarrollo de esta ciencia en Al Ándalus. El sistema numérico mundial procede del sistema alfanumérico arábigo. El primero en introducir el uso del cero, dando lugar al actual sistema decimal.
Os lo comentábamos a través de nuestras redes sociales. Hace unos días Hammam Al Ándalus consiguió la Sefarad Card del distintivo RASGO. Esta tarjeta acredita a nuestros baños como establecimientos participantes en el Otoño Serfadí. Que se ha celebrado en Córdoba del 27 de septiembre al 6 de octubre.
La creación de jardines botánicos andalusíes se inició en Córdoba y alcanzó su máximo esplendor en la Alhambra. Su origen está profundamente ligado a la agricultura. Pero también a la farmacología y la nostalgia. Te contamos más en este artículo.
Continuamos repasando los valores y la herencia que el pueblo andalusí dejó en la Península Ibérica. Hoy hacemos un breve recorrido por el papel de la medicina en Al Ándalus. El pueblo andalusí destacó en el desarrollo de la medicina, la farmacología y la cirugía. Al igual que en otros ámbitos científicos. Hasta entonces la cirugía había estado menospreciada como conocimiento científico.

Muchas son las tradiciones y costumbres que forman parte de nuestra cultura más arraigada que tienen su origen en nuestros antepasados andalusíes. Hoy, nos detenemos a hablar de la agricultura, una de las actividades que más agradece a los árabes su aportación a lo largo de la historia.
Los dirigentes Omeyas de Al Ándalus centraron su política en impulsar todo lo relacionado con el desarrollo agrícola. Este impulso a la agricultura permitió mejorar la dieta facilitando el consumo de productos desconocidos hasta entonces.
La dieta mediterránea, de hecho, está basada en el gran consumo de frutas y hortalizas, muchas de ellas de procedencia árabe.
Este es el caso de de la naranja. En el S.X, este fruto se usaba para cocinar y para elaborar medicinas. Su flor, el azahar, se utilizaba para elaborar perfumes al igual que ocurre hoy en día. De hecho, el naranjo es hoy una seña de identidad en algunos de los edificios más emblemáticos del Ándalus de los que hoy disfrutamos en Andalucía y en toda España.
Además trajeron el limonero, la lima y el toronjo. El naranjo y el limonero se utilizaban en Al Ándalus para adornar los jardines por su belleza y por el aroma de sus flores, tal y como sigue sucediendo hoy en los patios y calles de Andalucía.
Otras de las frutas y verduras que nos llegaron a través de los árabes son espinacas, berenjena, zanahoria, sandía, albaricoque, plátano y membrillo. Una amplia variedad de productos cuyo cultivo fue posible gracias a que los andalusíes trajeron sus sistemas de regadío que permitió la creación de los huertos andalusíes.
Otro de los inventos procedentes de nuestros antepasados árabes es la noria, un elemento que hizo posible la agricultura durante cientos de años. Estas tiene su origen en la palabra Al Naura (la que llora). Los árabes le pusieron este nombre por el sonido que producía la noria al girar sobre su eje, un sonido que recuerda a un quejido. Además, el agua que cae, evoca las lágrimas derramadas.
Los andalusíes fueron maestros en el aprovechamiento del agua. La escasez de agua en las zonas de las que procedían les obligó a crear sistemas muy ingeniosos como la acequia. La palabra acequia viene de la palabra saquiya, que significa río. Se utiliza para conducir el agua a través de los huertos por muchos de sus numerosos ramales. Muchas de las acequias construidas en aquella época siguen utilizándose actualmente, como es el caso de las acequias de las Alpujarras granadinas.
Como vemos nuestro presente está muy unido al pasado árabe de nuestra tierra, unas raíces de las que debemos sentirnos muy orgullosos.
Aprovechando que tenemos muy cerca el día del padre (por cierto, ¿sabéis ya qué váis a regalar? Si no, en este enlace os dejamos una sugerencia 😉 queremos evocar la figura del padre en la antigua Al Ándalus.
Es conocido que la sociedad andalusí era eminentemente patriarcal. Esto significaba que el hombre era dueño y señor de su casa: tomaba las decisiones y dirigía los destinos de cada familia. Asimismo, tenía la potestad de repartir su herencia entre los hijos más afines (que no siempre lo eran por igual ante el progenitor, siendo frecuente que se premiara a la descendencia procedente de la mujer con la que el padre tuviese una mayor afinidad.
En consecuencia, al evocar la figura del padre en Al Ándalus, debemos referirnos inevitablemente a la existencia de los harenes. Precisamente, las mujeres que conformaban el harén eran usuarias frecuentes de los primeros baños árabes en las ciudades andalusíes de la Península Ibérica. Según la ley islámica un musulmán podía tener hasta cuatro esposas, aunque la realidad es que era frecuente que conviviese con muchas más, siempre que su nivel económico se lo permitiese, dado que el cabeza de familia era el responsable de mantener a todo el conjunto de personas. Paradójicamente, contrariamente a lo que se pueda pensar la poligamia no era algo extendido a toda la población musulmana, principalmente por una cuestión económica, ya que en las clases más bajas, era muy difícil contar con varias mujeres.
Pero la mujer en Al Ándalus no siempre fue una figura sometida a las voluntades del varón. Existen testimonios que certifican que hubo féminas que gozaba de ciertas libertades algo avanzadas con respecto a sociedades contemporáneas del antiguo Al Ándalus, sobre todo en el apartado de los estudios y las artes.
Sea como fuere, la condición patriarcal de Al Ándalus marcó la manera de vivir de una sociedad en la que la influencia del cabeza de familia era determinante en aspectos sociales, culturales y de convivencia.
Hubo un tiempo, ya lo hemos comentado en este blog, en que Córdoba fue casi la capital del mundo. Una metrópoli que marcaba tendencias, que exportaba cultura y un lugar desde donde se dominaba otras culturas y pueblos.