Lo invisible sabe por qué
y yo trato de comprenderlo
pero mi piel va por la poza a oscuras:
el agua desbarata los mosaicos.
¿Dónde está el aura que a veces nos falta? ¿Dónde el valor, la valentía, el vigor físico que nos cede fortaleza? ¿Dónde la solidez y la firmeza del alma para no perder el norte de las ambiciones y la justicia, sin perder la ética entre lo que queremos y lo justo?
Aquí la fuerza, y en todo su energía, en ejemplos incuestionables:
La fuerza vibrante de un allegro en los conciertos para violín y orquesta de Las cuatro estaciones de Vivaldi (1725). O la fuerza aromática del agua del Hammam sembrando proyectos. Y la fuerza pequeña de un niño que porta su mochila hasta la escuela. O la fuerza libertaria de Espartaco dirigiendo la rebelión de los esclavos romanos contra el Imperio.
Digamos de ella primero lo necesario para después hablar de lo imprescindible. Nacida en Jaén, Erika Martínez (1979) es doctora en Filología Hispánica y licenciada en Teoría de la Literatura por la Universidad de Granada. Desde 2009 ha publicado los siguientes poemarios, todo ellos en la editorial Pre-Textos: Color carne, que recibió el Premio de Poesía Joven Radio Nacional de España, Lenguaraz (conjunto de aforismos, 2011). El falso techo (2013) y Chocar con algo (2017).
Hasta aquí lo necesario, algo de su currículum, pero poco de lo que de verdad importa. Porque se trata de una voz literaria que rompe moldes en la construcción poética y que va deconstruyendo los clichés, los prejuicios y los estereotipos. Por eso resulta tan interesante e imprescindible.
Soy un cuerpo que flota.
Un cuerpo vegetal
que gira sobre el agua
en busca de esta luz comestible.
¿Quién no se maravilla con el artificio del ilusionismo? Por ejemplo, cuando en 1983 el famoso David Copperfield hizo desaparecer la Estatua de la Libertad en Nueva York. ¿Y quién no ha disfrutado de novelas y relatos escritos desde realismo mágico, como los de Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Julio Cortázar Isabel Allende o Miguel Ángel Asturias? ¿Quién no contempla la belleza mágica en las pinturas de Frida Kahlo o Gustav Klimt?
Pero más allá del arte y los trucos, más allá del animismo, el vudú o las creencias en bebedizos y trabajos esotéricos para lograr objetivos, se erige la magia verdadera, esa que nos alumbra y nos hace vivir.
Magia es seguir respirando y dejar prueba de nuestra existencia incluso después muertos, como lo hacen tantos escritores, artistas, músicos, médicos, oficinistas, obreros, arquitectos, azafatas, limpiadoras y madres con su descendencia.
La escritora Olalla Castro nos llega al Hammam con fuerza y criterio en el mes de junio, como oportunidad necesaria para reconocer a las mujeres del momento que apuestan por la literatura como lenguaje para el cambio. Doctora por la Universidad de Granada y licenciada en Periodismo y Teoría de la Literatura, no renuncia a tener su voz para escribir con conciencia de género. Lo social configura su espacio, tratado con tanta delicadeza lírica como rebeldía, lección de vida y literatura. Así nos dice en voz baja que retumba: “Hacer del dolor, de la herida, algo bello es lo que más me interesa de la poesía”.
Es el agua, las escaleras,
las velas, las toallas,
la luz discreta de las salas,
las paredes amables,
las celosías, las estancias misteriosas,
pero siempre el agua.