Soy un cuerpo que flota.
Un cuerpo vegetal
que gira sobre el agua
en busca de esta luz comestible.
Soy un cuerpo que flota.
Un cuerpo vegetal
que gira sobre el agua
en busca de esta luz comestible.
¿Quién no se maravilla con el artificio del ilusionismo? Por ejemplo, cuando en 1983 el famoso David Copperfield hizo desaparecer la Estatua de la Libertad en Nueva York. ¿Y quién no ha disfrutado de novelas y relatos escritos desde realismo mágico, como los de Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Julio Cortázar Isabel Allende o Miguel Ángel Asturias? ¿Quién no contempla la belleza mágica en las pinturas de Frida Kahlo o Gustav Klimt?
Pero más allá del arte y los trucos, más allá del animismo, el vudú o las creencias en bebedizos y trabajos esotéricos para lograr objetivos, se erige la magia verdadera, esa que nos alumbra y nos hace vivir.
Magia es seguir respirando y dejar prueba de nuestra existencia incluso después muertos, como lo hacen tantos escritores, artistas, músicos, médicos, oficinistas, obreros, arquitectos, azafatas, limpiadoras y madres con su descendencia.
La escritora Olalla Castro nos llega al Hammam con fuerza y criterio en el mes de junio, como oportunidad necesaria para reconocer a las mujeres del momento que apuestan por la literatura como lenguaje para el cambio. Doctora por la Universidad de Granada y licenciada en Periodismo y Teoría de la Literatura, no renuncia a tener su voz para escribir con conciencia de género. Lo social configura su espacio, tratado con tanta delicadeza lírica como rebeldía, lección de vida y literatura. Así nos dice en voz baja que retumba: “Hacer del dolor, de la herida, algo bello es lo que más me interesa de la poesía”.
Es el agua, las escaleras,
las velas, las toallas,
la luz discreta de las salas,
las paredes amables,
las celosías, las estancias misteriosas,
pero siempre el agua.
No es tan fácil. En novelas y películas hemos leído y visto el amor, pero bajo un prisma rosado de emociones que flotan sin suelo, de deseo que emerge sin materia, de sentimiento que explosiona en el vacío, de respiración a la que falta el oxígeno, de pellizco en el pecho que tiene poca vida a ras de asfalto, a ras de hogar y de anécdotas domésticas. Qué prosaico el asunto cuando se impone la cotidianidad al gran pulso de un instante eterno.
Enamorarse. Palabra tan bella en cualquier idioma como necesitada de concretarse en descripciones y hechos. Decimos, pensamos y sentimos enamorarse como un relámpago y su rayo que nos alcanza y parte en dos, como una tormenta que inunda nuestro hogar en un segundo, como un sol que estalla en el cuerpo y lo incendia, como un castillo que se desploma sobre toda razón y nubla toda lógica.
Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) lleva tiempo escribiendo poesía, relato, ensayo y novela, pero es desde hace un par décadas que su obra se ha vuelto imprescindible para entender la narrativa y la poesía del siglo en curso.
Ahora se acerca al Hammam en este mes de mayo, para regalarnos un texto y dejar su huella entre nosotros.
¿Abrieron ya las flores del cerezo
o están aún dormidas
en la sombra del agua?