¿Quién no se maravilla con el artificio del ilusionismo? Por ejemplo, cuando en 1983 el famoso David Copperfield hizo desaparecer la Estatua de la Libertad en Nueva York. ¿Y quién no ha disfrutado de novelas y relatos escritos desde realismo mágico, como los de Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Julio Cortázar Isabel Allende o Miguel Ángel Asturias? ¿Quién no contempla la belleza mágica en las pinturas de Frida Kahlo o Gustav Klimt?
Pero más allá del arte y los trucos, más allá del animismo, el vudú o las creencias en bebedizos y trabajos esotéricos para lograr objetivos, se erige la magia verdadera, esa que nos alumbra y nos hace vivir.
Magia es seguir respirando y dejar prueba de nuestra existencia incluso después muertos, como lo hacen tantos escritores, artistas, músicos, médicos, oficinistas, obreros, arquitectos, azafatas, limpiadoras y madres con su descendencia.