Luis García Montero es poeta, pero tal vez deberíamos decir que lleva más de treinta años emocionándonos con sus poemas. Ha escrito más de una decena de poemarios y varios libros de ensayo. Desde que empezó a principios de los años 80 ha ido dejando una huella en la literatura española con sus versos, por supuesto, pero también con su aportación a la enseñanza de otros literatos a través de la universidad, ya que ha sido Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada durante 27 años.
Echa un vistazo a tus recuerdos más remotos en el tiempo. A esos que huelen a leche y magdalenas. A días de salitre que acaban cuando el cansancio te vence después de jugar todo el día con tus amigos y acabas dormido en el suelo. Son esos capítulos de tu vida a los que casi no logras dar forma con total nitidez porque pasaron hace mucho tiempo o porque apenas tenías consciencia, los que conforman quién eres y hacia donde vas. A veces vuelves a ellos y esbozas una sonrisa.
Me tumbo en el agua cálida, a la perfecta temperatura del cuerpo, como si me dejase caer sobre la mejor cama del mundo. Un suspiro de alivio… El agua me absorbe, se lleva mis tensiones y mis contracturas. Cierro los ojos. Quizá estoy en el paraíso. Cuando los abro de nuevo, centenares de estrellitas diminutas centellean en la bóveda del hammam. Entonces, mientras respiro de manera profunda y mi estrés se va disolviendo, recuerdo aquella noche extraordinaria de mi adolescencia, cuando miles de estrellas cayeron sobre mí como un regalo de los dioses.
Existen varios momentos al año en los que el número de deseos concentrados en la atmósfera crece. Las noches de Perseidas en agosto es uno de ellos. Millones de personas mirando al cielo, atentas ante la inminente llegada de una estrella fugaz, con una lista interna de cosas que desearía que se hicieran realidad.
Ángeles Caso se ha nutrido de historias desde bien pequeña. En casa, en su Gijón natal, nunca faltaron los libros. Tampoco la libertad para que leyera lo que quisiera desde muy temprana edad. Combinaba la lectura de cuentos infantiles con los clásicos que su padre, José Miguel Caso González, le recomendaba constantemente. Y es normal que esta tradición inculcada por su progenitor, catedrático de la Facultad de Filología especialista en el siglo XVIII y rector de la Universidad de Oviedo, le llevara a ser una gran narradora.
Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611), nos recuerda la certeza que tuvo Tales de Mileto. Transmitida a la posteridad a través de Aristóteles, de que fue el agua “la primera materia de que fueron criadas todas las cosas”. Y que, por tanto, todo estaba hecho de agua. Para añadir Covarrubias de su puño: “Parece tener imperio sobre las demás. Porque el agua se traga la tierra, apaga el fuego, sube al aire y le altera.
Coches y motos enormes circulando por las avenidas, rótulos de comercios en inglés, desembarcos masivos de la Sexta Flota… Rota no era precisamente uno de los típicos pueblos tranquilos de Cádiz. Sus particularidades, debidas muchas de ellas a la presencia de la base militar americana, nada tenían que ver con el resto de provincias de la geografía española. Rota es también el lugar donde nació el escritor Felipe Benítez Reyes en 1960 y el escenario que ha elegido para desarrollar su última novela El azar y viceversa, ambientada a finales de los 50. Para escribirla el poeta invirtió 10 años de su vida, pero dicen que las cosas buenas se hacen esperar, y sin duda mereció la pena. En esta novela Benítez Reyes resucita al pícaro español.