Tenía tan solo 8 años cuando uno de sus tíos le hizo una pregunta. Fue durante una de las numerosas comidas familiares que se celebraban en la antesala del verano. “¿Qué quieres ser de mayor?”. Estaba confusa por desconocer nombres complejos de trayectorias profesionales. O incluso de intuir que esa era la respuesta que tenía que dar. Y desvió su mirada hacia la persona con la que más cómoda se sentía en el mundo. Su sonriente abuela María. “Feliz, de mayor quiero ser feliz”, contestó.
Reivindicar la alegría como ese puerto que constituye la salvación en las noches de mar revuelta. Como el norte al que volver cuando la pérdida acecha. José Luis Sampedro recordaba en cada intervención pública unas palabras muy sabias. Escondidas en una carcasa semántica muy sencilla. “Solo tenemos una vida, nuestra obligación es vivirla”.
Vivir plenamente y apuntar como un deber elegir cada día a los mejores acompañantes. Intentando desechar los que solo traen tristeza y dolor. ¿Qué mejor compañera de vida que la alegría? Abril nos recuerda con su luz de días largos y su aroma a primavera que nada merece la pena si nos desviamos del sendero de nuestros sueños. Abril reivindica la alegría.
La alegría como un derecho
Defender la alegría como una frontera. Como un principio, como una bandera. Como un destino, como una certeza, como un derecho… Defenderla de malos compañeros que nos lastran durante el camino. O de la repetición que trae el aburrimiento. También de la peor versión de nosotros mismos, que conlleva el oportunismo. Y de la amargura que arrastran las pesadillas. Incluso de la ausencia de brillo que anuncia el olvido o de la falta de presente que suele traer la melancolía constante. El uruguayo Mario Benedetti estaba convencido de que era así como debíamos pasar por este mundo y de esta manera lo dejó plasmado en un poema.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas […]
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
Dejarse llevar como una pluma
Dejarnos llevar por la alegría, como ese diente de león que explora el mundo, como esa pluma que no conoce fronteras, para sentirnos libres y transparentes como cuando éramos niños. Viajamos en el tiempo y recuperamos esa sensación que dejaba el masaje que nuestras madres nos daban al lavarnos la cabeza en nuestra infancia, cuando teníamos toda la vida por delante.
Sencillamente maravilloso…
Gracias, Gracias, Gracias!!! Desde Perú… Que la alegría no nos abandone. Este mensaje llega en un momento muy importante. Hecho de menos un baño en el Andaluz, momentos de magia y paz gozé en ese espacio precioso
Espero recibir siempre sus mensajes y pronto espero muy pronto volver a sus thermas
un abrazo a la distancia
Roxana