Cuántas veces nos hemos preguntado por el verdadero secreto de la felicidad. Si fuera tan fácil, probablemente este remedio milagroso se publicaría de forma generosa en los periódicos de todo el mundo. Lo cierto es que, aunque no hay una solución que funcione para todas las personas por igual, un estudio de ámbito global que ha hecho Booking.com revela que un tanto por ciento muy grande de la humanidad es más feliz cuando viaja.

Viajar, el verdadero secreto de la felicidad

Autoría Freepik

Antes, cuando preguntabas en una habitación cuál había sido el momento más feliz de la vida de los allí presentes, las respuestas que se solían dar recogían hitos en la existencia de toda persona como el día de su boda, el compromiso con su pareja, conseguir trabajo o el nacimiento de sus hijos. Según el estudio global de Booking.com, un 49% de viajeros afirma que han experimentado más felicidad de vacaciones, que cualquiera de estos días. Y el 51% elige viajar a tener una cita con su pareja. Otro de los datos que revela es que, cuando estamos decaídos y necesitamos levantar el ánimo, un 77% de los encuestados afirma que le alivia reservar unas vacaciones. ¿Qué es eso tan maravilloso que nos aporta viajar?

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Como nos contaba la bloguera Lourdes Olmos en una entrevista a Hammam Al Ándalus, “cuando viajo me presto a todo, desde un blablacar y un couchsurfing, hasta un parador. Sé disfrutar de todo y cada cosa es para un momento. No tengo muchos prejuicios”. Y esta esencia es justo lo que recoge este informe. Que una persona que ama dormir al aire libre o en tienda de campaña, y otra que se inclina más por una estancia en un hotel de lujo, tienen en común encontrar ese momento pleno de felicidad en viajar.

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Que viajar es bueno para nuestros espíritus inquietos, es fácil de entender. Lo que quizá desconocemos es que viajar, según la ciencia, nos aporta múltiples beneficios, que ya comienzan con la planificación del viaje. Porque, cuando se acerca la fecha de nuestras vacaciones, comenzamos a emocionarnos y todo lo que implica su organización mantiene esos sentimientos de ilusión, nos provocan alegría y este efecto placentero cambia positivamente a las personas.

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No nos sorprende entonces que viajar evite que nos deprimamos, nos aleje del estrés, nos ayude a ser organizados, más fuertes y resolutivos y, en definitiva, nos haga mejores personas. Los kilómetros de nuestros viajes enriquecen la profundidad de nuestras experiencias porque, sea cual sea el la expedición que emprendamos, no hay que irse muy lejos, ni gastar demasiado, viajar siempre es positivo. Como escribía recientemente Jorge Drexler en una canción homenaje a Leonard Cohen, “mentes abiertas, despiertas, viajeras”.

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Conocer a gente nueva, enamorarse de culturas diferentes, descubrir nuevas músicas, saborear platos de cocina tradicional del lugar de destino… Pequeñas cosas que conectan al ser humano desde sus puntos más esenciales y que nos demuestran que, en el fondo, no somos tan distintos, a pesar de los kilómetros que nos separan y las historias que nos haya tocado vivir. Viajar nos conecta porque, como decía la poeta Maya Angelou, “quizás viajar no sea suficiente para prevenir la intolerancia, pero sí logra demostrarnos que todas las personas lloran, ríen, comen, se preocupan y mueren, puede entonces introducir la idea de que sí tratamos de entendernos los unos a los otros, quizás hasta nos hagamos amigos”.