Desde hace algunos años nuestra dinámica ha sido la de vivir corriendo. Y conectados en todo momento. Sin embargo, las redes sociales, gadgets y nuevas tecnologías son parte de nuestra cotidianidad. Y a algunos solo les faltaría injertarse un puerto USB para ser verdaderos cyborgs. Sacados de una película al más puro estilo de Blade Runner. Desde hace un tiempo, algunas personas reivindican el slow living. En este post te contamos más.
El slow living es una tendencia que reivindica recuperar lo analógico. Saborear los momentos únicos. Y prestarle más atención a nuestras relaciones personales, entre otras cosas. El término es un acrónimo de Sostenible – Local – Orgánico – No procesado (Whole). No tener cuenta en redes sociales como Facebook. Prescindir de Whatsapp en el móvil. O incluso hacerse con un teléfono que solo tenga la función de llamada. Son algunas de las decisiones que han tomado algunas de las personas. Que se han apuntado a esta forma más lenta de vivir.
Ver series y películas en Netflix, HBO o Movistar antes de ir a dormir. Leer el correo cada vez que tomas tu almuerzo. Hablar más con tus seres queridos por chat que frente a frente. Hacer el pedido de tu compra al supermercado. Y renunciar a elegir cada pieza de fruta o verdura según su textura y olor. En vez de saborear nuestra vida a pequeños sorbitos, nos apuntamos a las prisas que nos impone el día a día. Es automático y cuando nos damos cuenta hay cientos de cosas que ya nunca solemos hacer.
Cocinar sin mirar el reloj. Devorar libros sin estar continuamente mirando el móvil. Perdernos en una conversación sin miedo a que el sitio donde nos encontramos tenga buena cobertura o no. Visitar una ciudad con tranquilidad, sin tener la obligación de tachar una lista de lugares vistos. Volver a comprar vinilos y pasar las tardes de domingo redescubriendo sonidos analógicos. Recuperar hobbies y dedicarles varias horas de nuestra semana… ¡Cuántas cosas nos harían volver a conectar con nosotros mismos!
Desde este post te planteamos esta pregunta. ¿Por qué no incorporar a nuestra vida rutinas que nos vuelvan a hacer conectar con nuestro yo más auténtico? Quizá no tengamos que prescindir de toda tecnología. Sino darle menos protagonismo. Y no mirar el móvil con cada aviso de llamada o mensaje. En cambio, viajar, leer, cocinar, tejer, caminar. También dedicar más tiempo a los amigos, echar siesta, recuperar las sobremesas.
Y, por supuesto, tener más contacto con la naturaleza. Incluso, hacerle un hueco a las plantas en nuestro hogar y cuidar de ellas. O sentir el contacto de nuestros pies con la arena mientras paseamos. Sentarnos a la mesa cada vez que comamos, ir al trabajo en bicicleta…
Son solo pequeños cambios. Aunque estamos seguros de que harán que tu vida sea más plena. Y así conseguirás esbozar más sonrisas a lo largo del día. Además de recuperar en nuestra rutina valores como la creatividad. También compartir, el amor, la amistad o la paciencia. Reduzcamos nuestro radio de consumo y compremos solo alimentos y productos locales necesarios para nuestro día a día. ¡Volvamos a disfrutar de los pequeños placeres de la vida!