El diccionario está lleno de acepciones que definen el mundo que nos rodea. Objetos materiales, sensaciones, valores, adjetivos… Pero, ¿dónde están esas palabras que nos producen pellizcos en el estómago, que remueven algo dentro de nosotros, que nos hacen echar de menos o tener un impulso repentino? Muchos países tienen sus propios términos para dar forma a esos pálpitos, que van un paso más allá y definen las emociones del alma. Hemos elegido las que, como el hammam, ensalzan los momentos emocionantes de la existencia.

10 palabras que definen emociones del alma

Saudade

Proviene del portugués. Se usa para expresar un nivel superior de nostalgia o añoranza. Es echar mucho de menos a alguien o a algo de una forma que puede provocar dolor y extrema tristeza. Está considerada como una de las palabras más bellas del mundo.

Komorebi

Proviene  del japonés. Se usa para llamar a esa luz del sol que se filtra entre las hojas de los árboles en lugares como selvas o bosques. Nos encantan las pequeñas cosas, que hacen especial nuestro día, por eso los términos que definen estos detalles sutiles nos parecen importantes.

Basorexia

Es una palabra que ha puesto de moda la historiadora cultural Tiffany Watt Smith en su libro The book of human emotions, que recoge 156 emociones diferentes. Esta en concreto define la necesidad repentina que tenemos de besar a alguien.

Mono no aware

Proviene del japonés. La belleza pasajera se contempla desde otra intensidad y punto de vista. Este concepto sirve para designar a esa hermosura efímera. Según Tiffany Watt Smith es un término que aúna pena y también serenidad, ambos sentimientos implicados en lo inevitable del cambio.

Kilig

Desciende del filipino. se refiere a la excitación que solemos sentir cuando vivimos situaciones románticas: observar a la persona por la que sentimos algo, el primer contacto visual. En inglés no hay un término exacto para definirlo y en español podríamos traducirlo por esas mariposas constantes que sentimos en el estómago.

Mamihlapinatapei

Proviene del yagan, lengua indígena argentina. Es la mirada cargada de sentimientos de dos personas que quieren empezar algo juntas, pero que se resisten a dar el primer paso del comienzo.

Wabi-Sabi

Desciende del japonés. El ciclo natural conlleva crecimiento y esplendor, pero también decadencia. Wabi-Sabi es asimiliarlo de forma pacífica y la capacidad de encontrar belleza en las imperfecciones de la vida.

Cafuné

Proviene del brasileño. Peinar a alguien de forma suave usando solo lo dedos de las manos.

Hyggelig

Desciende del danés. Sentirse muy bien en un lugar que es acogedor, como si estuvieras en casa, a través de cosas muy sencillas. Estar con amigos, una conversación agradable, una tarde de risas. ¿No habéis experimentado la sensación de querer quedaros a vivir en un momento? Eso tiene que ser la esencia de esta palabra danesa.  

Gaman

Proviene del japonés. Las carpas son peces que superan la adversidad de las mareas nadando a contracorriente. Los japoneses aprovechan la primavera para sacar sus banderas con la forma de este animal para contagiarse del espíritu gaman. La persistencia de afrontar los desafíos, por muy grandes que estos sean.

 

En conclusión , las palabras que definen emociones del alma son mucho más que simples términos; son reflejos profundos de nuestra experiencia humana, conectando nuestras emociones con matices sutiles y universales. Desde la melancolía profunda de la saudade, hasta la serenidad ante lo efímero de la vida con mono no aware, estas palabras nos permiten comprender y compartir las complejidades de los sentimientos que surgen en momentos de intimidad, nostalgia, perseverancia y belleza.

El hecho de que diferentes culturas tengan palabras específicas para describir estas emociones indica lo esencial que son para la humanidad. Términos como wabi-sabi, kilig, y gaman nos enseñan a abrazar la imperfección, el amor fugaz y la resiliencia ante la adversidad. En un mundo donde las emociones son complejas y a menudo difíciles de expresar, estas palabras nos ofrecen una forma única de conectarnos con los demás y con nosotros mismos, ayudándonos a dar forma a las experiencias que nos definen.

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