Apenas a ocho kilómetros de Córdoba es posible revivir cómo fueron los escenarios de Las mil y una noches en Medina Azahara. Una ciudad mítica, cuyo yacimiento arqueológico se declaró Bien de Interés Cultural en 1923 y Patrimonio de la Humanidad en 2018. En proceso de reconstrucción desde hace varias décadas, hoy luce como un yacimiento que narra el esplendor de un califato. En su momento, fue una ciudad palaciega que se edificó por orden de Abderramán III, califa de Córdoba, como deseo de destacar su poder sobre otros califatos y, según la leyenda, tomando el nombre de una de sus esposas, Azahara, y en su homenaje por haberle propuesto la construcción. Considerada la Versalles nacional de la Edad Media, está reconocida tanto por su arquitectura como por su paisaje, su urbanismo y su trascendencia histórica.
No se trata de un paseo corriente sin consecuencias, sino de un recorrido por la historia, el arte, la arquitectura y el brillo de nuestro pasado. No se trata de una visita turística más. En sus dependencias y en su entorno, pisaremos los pasos de otras personas que vivieron hace siglos, comprenderemos una cultura que ya no está vigente en este país, conoceremos la vida como fue en otra época y hasta el origen de nosotros, ahora contemporáneos de muchos pueblos que dejaron su huella.
Medina Azahara no es la suma de piedras e imaginación. La labor de reconstrucción ha conseguido recuperar algunos restos de la belleza y el lujo que tuvo en su tiempo, pues hay muchos textos literarios y de historia que hacen referencia a su magnificencia.
También cabe recordar su destrucción a manos de los bereberes, que saquearon, incendiaron y asolaron este conjunto monumental hasta el abandono completo durante siglos. No fue hasta comienzos del siglo XX que comenzaron las primeras excavaciones y desde luego no ha sido sino desde los años 80 que se tomó en serio su recuperación. Hasta la fecha, apenas se ha rescatado el 10%. Pero no cesa el interés de seguir descubriendo los tesoros que se ocultan en el subsuelo.
En el Hammam somos herederos del mundo árabe, amamos su pasado y su legado. Por eso queremos recuperar tanta belleza y tanta lucidez para la salud y el bienestar, de ahí que nuestras termas revivan la cultura del agua y la arquitectura árabe.
Medina Azahara nos pertenece a los españoles y todos los habitantes del planeta. Tan cerca la tenemos que no podemos perder la ocasión de entrar cuidadosamente en la historia para contemplar los hallazgos de nuestros antecedentes. Por ejemplo, y hay muchos, nos encantara la Casa de la Alberca, llamada así porque tiene una alberca en su patio central, y un baño de ochenta metros cuadrados, que ya nos da idea de la importancia que los árabes daban al ritual de bañarse.
Antes de que volvamos a perder la memoria y sus ruinas, volvamos a recrear las emociones e inquietudes de aquellos antepasados que forjaron imperios y edificaron nuestra evolución como seres humanos.