Escucha, transeúnte, persona anónima o ser humano con sus contradicciones y sus pasos a veces inciertos:
Confía en los ancestros y en la herencia de quienes estuvieron antes de que nacieras, personas que edificaron poco a poco lo que ahora te parece lógico y cotidiano: vacunas, carreteras, ordenadores, casas, quirófanos, toallas de suave tacto.
Confía en el futuro del que nada se sabe, pero que vendrá cierto y nos hará crecer con su inesperada novedad.
Confía en tu alma que se construye al día, porque pronto se alzará como un alto edificio y su solidez te entregará emociones, sentimientos y escenas que no conoces.
Confía en los que te acompañan, porque ellos son manos, luces y sombras que te guían por el laberinto de comprender la dinámica vital.
Confía en tu cuerpo porque te sostiene y necesita de tu calor y protección. Cuídalo porque cuidas el argumento de tu relato.
Confía en tu alegría y en tu tristeza, porque una y otra son brújulas que te dirigen en la autopista de vivir.
Confía en la desdicha y en los placeres, porque van haciéndote más fuerte para enfrentar lo que acontece.
Confía en tu fuerza y en tu debilidad, porque las dos te hacen ser humano.
Confía en la risa y en las lágrimas, porque te enseñan que eres sensitivo.
Confía en la sequía y en el agua, en la pobreza y la riqueza, porque se alternarán igual que lo blanco y lo negro, lo mejor y lo peor: toda contradicción te pertenece.
Confía en los niños y en los viejos, porque unos y otros, con su ingenuidad y su sabiduría, con su pasos torpes o su andar cansado, te regalarán reglas de existencia.
Confía en tus iguales y en aquellos que nada tienen en común contigo, porque cuestionarán tus ideas y así germinarán más ideas en tu yo, en esta dialéctica de confrontar la creencia propia con las creencias de los otros.
Confía en el trabajo que realizas porque no solo te sustenta, sino que te hace útil para el mundo y aporta un grano de arena en el devenir del mundo.
Confía en tus ratos libres para amarte y amar a otros, y para hacer tu pequeña revolución particular: tu ocio también merece una batalla de ideas y tareas.
Confía en el agua porque es tu elemento natural y tu origen primero, su textura y su composición conformarán tus ideas y tus deseos.
Confía en el mar, en la tierra, en los desiertos y en los lagos, en el hielo y en las estepas, porque cada ecosistema genera su propia flora, su propia fauna, su lugar y su sentido universal.
Confía en ti y en los otros hasta donde tu vista alcance, porque tú y los otros estáis construyendo el puzle infinito de una historia que nunca empieza ni se acaba.
Confía en las mujeres, que crean cada día este mundo; y en los hombres, que todavía gobiernan este mundo un poco a tientas y no siempre con éxito, porque les falta la ayuda de cada mujer que ha nacido. Cada día resulta más obvio que debemos entendernos entre géneros, porque todos aportamos. Confía en ti, sobre todo.