En la segunda quincena del mes se ha decretado el estado de alarma y el confinamiento por cuestiones de salud pública, la nuestra, que está en riesgo por este coronavirus. Estamos en casa, tal vez en compañía o solos. Todas nuestras actividades cotidianas se han parado, al menos en la calle. Estamos encerrados entre nuestras lindas paredes. Con nuestro yo, nuestra familia, nuestras emociones y nuestros miedos.
Ten cuidado con lo que sueñas, no vaya a ser que se te cumpla. ¿Cuántas veces no hemos soñado con estar en casa para hacer esas mil cosas que no podíamos por el estrés y las obligaciones fuera de ella? Tantas quejas diarias imaginando al menos quince días para dedicarnos a estar en casa haciendo lo que más nos gusta.
Cocinar, coser, jugar, leer (no solo este blog, claro), hacer ejercicio, probar nuevas recetas, ver películas, series o documentales, informarnos a través de Internet, la radio o la televisión, dibujar, pintar, llamar a los amigos, estar en familia, compartir tareas y tantas pequeñas felicidades que son esquivas porque nos falta tiempo.
Se acabó por unos días esa excusa de la falta de tiempo, de que solo se va casa a dormir, de que apenas se ven a los hijos entre la escuela y las actividades extraescolares, de que no se dan las conversaciones de pareja porque coinciden solo por la noche.
Si algo menos malo tiene esta circunstancia sanitaria es que al recluirnos en los hogares vamos a tener el espacio para realizar mil sueños aplazados.
Ahora tenemos la ocasión de la gimnasia en casa, el trabajo en casa, las comidas en casa, la lectura en casa, el ocio en casa y además todos juntos. Ahora es el momento de encontrarnos en el hogar con todas las posibilidades, aquellas que añoramos durante años.
Mientras no nos falten comida y agua y familia, además de nuestra maravillosa imaginación y nuestras inquietudes, estamos a salvo.
Solo serán unas semanas, porque luego volveremos a la vida cotidiana y pisaremos las calles nuevamente.
Entonces, tal vez echemos de menos estos días para dedicarnos. Por eso, cuidando la salud y el buen humor, no perdamos la oportunidad de vivir de otra manera, rara, histórica, sin salir de tapas o al cine, sin desayunar en la cafetería, sin pasear por la ciudad, sin quedar con los amigos. Pero también sin correr por tomar el bus o el metro, sin conducir, sin pelear con el jefe, sin madrugar demasiado, sin comer cualquier cosa en cualquier parte.
Y a todos aquellos que siguen trabajando para que podamos seguir vivos, les damos las gracias: a los trabajadores sanitarios, en primer lugar, porque nos salvan, y a todos que nos proveen de lo necesario para seguir con esperanza.
Pues bien, buscándonos la vida y recopilando información, vamos a relatar algunas acciones maravillosas que está haciendo la gente para recuperar el tiempo perdido, en un próximo post.