Desde el Hammam no nos cansaremos nunca de enarbolar marzo como el mes de las mujeres. No renunciamos al hecho trascendental de abanderar la importancia de la mitad de la población mundial, por su fuerza y sobre todo porque en las mujeres hallamos más del cincuenta por ciento de nuestros logros. El futuro está en manos de mujeres y hombres con las manos unidas, en la ciencia, en la labores cotidianas, en el nacimiento de nuevas criaturas. Todo depende de nosotras, las niñas que nacimos hembras sin buscarlo. Tantas niñas desechadas en muchos países, asesinadas, abortadas, víctimas de la ablación (más de doscientos millones) o el abandono y millones de niñas prostituidas. Parece que este mundo no sabe reconocer que de esas niñas ahora depende su futuro. Sin madres no hay gente. Sin mujeres no hay vida. Somos las mujeres el big bang de la Tierra.
Científicas, madres, cuidadoras, médicas, novelistas, pintoras, escultoras, artesanas, cocineras, camareras, limpiadoras, maestras, taxistas, ministras, abogadas, juezas, periodistas, secretarias, contables, ingenieras, arquitectas, psicólogas, pedagogas, modistas, cajeras, dependientas, forenses, cineastas, sindicalistas, ejecutivas, comerciantes. Y más. No hay profesión en las que ellas no hayan puesto su presencia para mejorar cada tarea y evolucionar desde el comienzo de la prehistoria. Y todo esto a pesar de las rémoras, con mucho esfuerzo y dedicación, pocas veces reconocida. Nada fácil. Las mujeres cobran menos, trabajan más y a ellas le debemos la existencia.
En Occidente, se dice en las noticias, hay brecha salarial y desigualdades. Pero en los países menos desarrollados, las diferencias y las explotaciones son tan brutales que no caben en una página. Tengamos en cuenta que en pleno siglo XXI hay mujeres que no tienen derecho a conducir, ni a salir solas, ni a tener una cuenta bancaria, ni a casarse según su criterio, ni a estudiar, ni a tener trabajo si no se lo autoriza un hombre. Hay mujeres que no existen sino a juicio de sus familiares y según para qué. No importa que lleven a sus espaldas hijos, hogar, sembrados, recolección, alimentos.
Y ante este panorama cruel, ¿qué hacer desde nuestra pequeña presencia? Sin duda, ofrecer ayuda y espacios y derechos en la medida que cada cual pueda. Y si eres mujer, estar con todo tu potencial para demostrar lo valiosa que eres.
Bien sabemos que en el Hammam gran parte de nuestras visitantes son mujeres, porque ellas han intuido y comprobado que las aguas son un beneficio no solo personal, y no una tontería estética o una conducta turística, sino un bien social, que de ellas parte para su entorno, sus trabajos, sus hijos, sus parejas. Las mujeres sabemos que somos más libres cuanto más cuidadas y serenas y desprovistas de estrés. Somos sabias en el día a día.
Por eso no podemos dejar de celebrar este mes y este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, porque del agua hace milenios nació una estirpe de valientes y continuadoras de un planeta, que a todos nos acoge. Mujeres.