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El día de la madre, que este año se celebraba el 5 de mayo, nos invitó a repasar el múltiple relato ajeno y propio que narra y dimensiona el concepto de la maternidad, así como la relación que se da entre madres e hijos.
Ahora ya somos más conscientes de lo que significa el imprescindible amor y la lucha que encarnan la palabra madre, las personas que son madres.
La maternidad, sagrada o pagana, única y necesaria, hoy se nos presenta como lazo indispensable para entender nuestra existencia individual y colectiva. Y no hay días suficientes para dar las gracias a las mujeres madres.
Madre es el país que nos circunda. Madre es hogar y cobijo. Madre es la brújula para nuestros pasos. Madre es la vida desde el comienzo del feto y el bebé que se forma y alumbra el camino.
El imaginario literario y audiovisual sobre la figura de la madre acude a nosotros con asombro, ternura, sabiduría, abrigo y compleja experiencia sanguínea. Nada más grande, nada más difícil que entender a quien nos dio la vida.
La poetisa Sylvia Plath ejemplifica esa relación tan importante en Cartas a mi madre, ya que se convierte en la receptora de su día a día y en testigo de sus reflexiones. Tampoco nos olvidamos de esa catedral literaria que escribió Máximo Gorki en 1907, La madre, una mujer que se hace consciente y protagoniza la lucha contra la opresión zarista. Y asimismo está representada la madre, como pilar de la familia en el siglo XIX, en Mujercitas (1868) de Louisa May Alcott.
Otras novelas que analizan la figura materna desde diversos puntos de vista son: El libro de mi madre, de Albert cohen; Paula, de Isabel Allende; o Con mi madre, de Soledad Puértolas, entre muchas otras.
En el cine también hemos aprendido sobre la madre en Bambi (Walt Disney, 1942), sobre su generosa entrega en Solas (Benito Zambrano, 1999), sobre la tremenda pérdida del hijo y su norte en Todo sobre mi madre (Almodóvar, 1999), o aquella que renuncia a su hija para permitirle el cambio social en Stella Dallas (King Vidor, 1937), y esa que ama sobre todas las cosas a un hijo, aunque sea el fruto del secuestro y la violación en La habitación (Lenny Abrahamson, 2015).
Madre en fin que nos cuida, que nos ama y que nos guía. Si queremos agradecerle tanto que ni sabemos cómo empezar, demos un respiro de paz a la madre, regalémosle unas horas para descansar de tanto esfuerzo, para su identidad y su placer. Tal vez una comida, un baño en el Hammam, una noche sin preocupaciones o una mañana sin obligaciones.
Somos herederos y producto de una madre. Y todas ellas desde siempre son artífices del mundo. No hay mundo ni horizonte sin la madre. Eso es todo.
Se nos olvida con frecuencia que esas mujeres tan maravillosas merecen saber que son lo más maravilloso. Madre significa vida y bandera que lucha por la vida.