En Hammam Al Ándalus siempre estamos pensando y trabajando para provocar experiencias gratamente memorables a nuestros clientes y en ocasiones incorporamos algún componente adicional a la experiencia del baño. Encontramos que la astonomía tiene una conjunción de ciencia y magia que la hace muy afín a nosotros y además Al Ándalus tuvo una aportación científica y cultural muy importante en el desarrollo de este conocimiento. En la noche del 13 de Agosto de 2014 organizamos en Sierra Nevada nuestra primera actividad astronómica: Subimos a ver la Lluvia de Estrellas de las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo. Aquí os lo contamos.
Era una noche agradable de verano. Cuando subimos al autobús a las nueve y media de la noche la temperatura en el centro de Granada era de unos veintinueve grados, el sol ya se estaba poniendo y empezaba «la fresquita», aunque todos llevábamos buen calzado y ropa de abrigo porque arriba en la sierra la temperatura sería bastante más baja, y habíamos venido a disfrutar de las Perseidas, a ver la lluvia de estrellas, no a pillar uno de esos desagradables y eternos resfiados de verano.
Una vez salimos para Sierra Nevada, Jesús, astónomo de la empresa Astronoches nos dio unos primeros consejos y unos programas donde se resumía brevemente lo que íbamos a hacer aquella noche. Era importante abrigarse antes de sentir frío, porque entonces ya sería tarde. También era importante habituar bien nuestros ojos a la oscuridad, evitando el uso de linternas o móviles, puesto que cuanto más oscuro estuviera, nosotros distinguiríamos mucho mejor cualquier estrella, fija o fugaz, que hubiera en el cielo.
Astronoches fue la empresa encargada de amenizar la actividad con explicaciones sobre astronomía, la ciencia, un poco de teoría y mucha práctica. Además, personalizó la presentación a nuestra medida, pues durante toda ella estuvieron haciendo referencias y explicando la importantísima aportación que hizo el mundo árabe y muy en especial Al Ándalus a esta ciencia que por aquel entonces (y nosotros creemos que también ahora) tenía mucho de magia.
Eligieron un sitio en pleno Parque natural de Sierra Nevada, a unos mil quinientos metros de altitud, con una ventaja estratégica fundamental: Estaba muy bien orientado hacia el cielo norte y protegido por un cerro por el flanco Este, lo cual retrasó para nosotros la salida de la enorme y deslumbrante superluna, que con un 30% más de brillo de lo habitual -se encuentra cerca del perigeo, el punto de su órbita elíptica más cercano a la tierra- iba a dificultar muy mucho aquella «caza de estrellas fugaces» que habíamos emprendido.
Cuando llegamos tenían preparado el lugar con unas mesas, unos telescopios y montones de datos, información, historias, anécdotas y leyendas relacionados con aquel cielo inmenso.
Prepararon dos imponentes y robotizados telescopios, uno tipo Newton y otro tipo Cassegrain, según nos explicaron. Paralelamente a su explicación y a las actividades que fuimos realizando, iban orientándolos hacia espectaculares cuerpos celestes no visibles a simple vista: los anillos de Saturno, nebulosas como la de Andrómeda, o la sutil y elegante nebulosa del anillo azul junto a Vega.
Lo primero que hicimos fue localizar el Triángulo del Verano, con las estrellas Vega, Deneb y Altair, explicándonos a qué costelaciones pertenecían cada una de ellas. EN ese momento, al Norte, muchos de nosotros vimos nuestra primera estrella fugaz. Sonaron unos «oooh» de fondo, y a partir de entonces, cada cierto tiempo ese mismo sonido de asombro alertaba al resto de que se había avistado una fugaz.
Precisamente con este triángulo de verano entramos en el tema de la astronomía árabe. La astronomía había sido muy estudiada opr los filósofo-científicos de la era clásia griega. De hecho la «obra cumbre» de Ptolomeo, el Almagesto, se consideró durante siglos como el compendio más importante de dicha ciencia. En la oscura Edad Media como sabemos fueron los árabes los que mantuvieron y desarrollaron el conocimiento y la astonomía, muy necesaria para la orientación y el comercio, fue una de las ciencias que recogieron de la época clásica y supieron mejorar considerablemente.
De hecho, se encargaron de traducir al árabe el Almagesto, comprobando, desarrollando y mejorando muchas de sus teorías. Otra cosa que hicieron fue renombrar las principales estrellas´del firmamento, aquellas que más brillaban, con nombres árabes. Más adelante, cuando Europa volvió a la senda del conocimiento, los tratados científicos como el Almagesto se tradujeron desde sus versiones en árabe. Por esta razón, actualmente muchas de las estrellas conservan esos nombres árabes. El Triángulo del verano es un ejemplo magnífico para ilustrarlo:
Por ejemplo, el nombre de Deneb, la estrella de mayor magnitud de la constelación de La Cigüeña, viene del árabe «dhanab ad-dajajah» y significa «La cola del ave». Por su lado Vega, la estrella de mayor magnitud de la constelación de la Lira viene de «al-nasr al-waqi», «El aguila caida». El nombre Altair viene del árabe «At-Ta’ir» y significa «El águila», de la constelación de ese nombre.
Tras esto, buscamos la constelación de La Osa Mayor, y sus dos estrellas «apuntadoras», Dubbne (del árabe «zahr ad-dubb al-akbar», la espalda del gran oso) y Merak (del árabe «maraqq», «el lomo»). Ambas estrellas alineadas «apuntan» hacia la Estrella Polar, que podemos visualizar durante todo el año y que nos señala el Polo Norte.
A cada rato, íbamos pidiendo deseos conforme veíamos alguna estrella fugaz… unos pedían el mismo siempre, y otros cambiaban con cada estrella. Ninguno mencionábamos nuestro deseo por miedo a que no se cumpliera.
Tras la primera e intensa presentación, hicimos una pequeña pausa (aun así no dejábamos de vigilar por si caía alguna estrella fugaz por aquí o por allí) y dimos buena cuenta de unos bocadillos y bebidas que nos había preparado el equipo de Hammam Al Ándalus Granada y qe nos supieron deliciosos. Los chicos de Astronoches siguieron orientando los dos telescopios a diferentes e increíbles lugares remotos. Era sobrecogedor pensar que esa luz que nosotros estábamos percibiendo en ese momento había surgido de la remota galaxia de Andrómeda hace nada menos que dos mil quinientos millones de años y entendíamos el porqué de la fascinación que les producía a los filósofos científicos de todas las épocas. Todo esto nos sobrepasa, trasciende mucho más allá de nosotros mismos. Es magia.
Nos enseñaron que otro de los avances que el mundo árabe y en especial Al Ándalus había aportado a la astronomía fue la creación y perfeccionamiento de aparatos de medida. También explicaron cómo, con muy pocos recursos, podíamos construir nuestros propios astrolabios caseros y nos dieron unas nociones básicas para utilizarlos.
También disfrutamos de un pequeño taller de fotografía nocturna, donde hicimos nuestros primeros pinitos con la vía láctea y las constelaciones. Algunos trajimos cámara y trípode y aprendimos muchísimo, aunque principalmente lo que sirvió es para «meternos el gusanillo» de este tipo de fotografía con la que con paciencia y constancia se pueden obtener magnífcas imágenes. Hubo también un momento para divertirnos con la fotografía nocturna, mientras aprendíamos cómo iluminar un «objeto» cercano mientras sacábamos el firmamento de fondo. ¡Los resultados fueron espectacularmente divertidos!
A eso de las 11:45 empezamos a ver el resplandor de la luna. Aunque en cuarto menguante, todavía estaba bastante redonda, así que a partir de entonces la contaminación lumínica que aportó nos hizo mucho más difícil la observación de las estrellas. No obstante aún permanecimos un buen rato, puesto que pudimos disfrutar y aprender muchísimo tanto en la observación con los telescopios como en la fotografía nocturna -fotografiar la luna es completamente distinto- o para la caza de estrellas fugaces. Casi al final vimos un enorme meteoro desde el zénit hasta casi el horizonte Noroeste.
Cuando casi a la una de la madrugada la cosa iba llegando a su fin -los niños, de edades entre 6 y 11 años, que venían con nosotros estaban cansados y ya habíamos aprendido muchísimo- tomamos un reconfortante chocolate caliente y unos dulces, estuvimos esperando alguna estrella fugaz más -ya la luz de la luna era intensísima y lo hacía muy difícil- y finalmente levantamos el campamento volviendo en autobús a Granada.
La primera actividad «Báñate en las estrellas» de Hammam Al Ándalus fue memorable, lo que la convirtió en un pequeño gran éxito para nosotros. Ya empezamos a pensar en la del año que viene ¿quién se apunta?