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El relato corto huele a hoguera nocturna bajo las estrellas, calienta como camaradería incondicional y sabe a refugio del ruido cotidiano. En un relato corto no hay tiempo para la distracción, es un microcosmos autocontenido capaz de proyectar la imaginación de quién lo lee mucho más allá de las escasas palabras que le dan vida. Ese es el desafío de construir un buen relato corto y no hay escritor que se precie que no haya jugado con este formato. Eso sí, pocos han alcanzado las cotas de calidad de los cinco autores que hoy te proponemos para adentrarte en un género que vive una perpetua juventud. 

Jorge Luis Borges o la magia que transpira nuestra realidad 

Era casi de obligada educación comenzar este camino por los mejores escritores de relatos cortos hablando del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986). El eterno candidato al Nobel de Literatura – con permiso de Murakami-, tenía la capacidad de capturar fragmentos de nuestra realidad para retorcerlos en laberínticos relatos que hoy son ejemplo de todo el potencial narrativo que tienen los cuentos. 

Borges era conocido por sus juegos literarios y su habilidad para crear universos ficticios que se sienten completamente reales. En su relato ‘El jardín de senderos que se bifurcan’, Borges explora la idea de universos paralelos, lo que resulta en una historia fascinante y compleja que desafía la noción tradicional del tiempo. Desafía sí, porque el autor argentino era un escritor exigente con sus lectores, a los que siempre demandaba toda su atención e imaginación para capturar los mil y un matices de sus historias. 

Los interesados en la obra de Borges pueden comenzar con su colección ‘Ficciones’, que incluye algunos de sus cuentos más famosos. Mención aparte merece ‘El Aleph’, relato que da nombre a una de sus colecciones más importantes y está considerada una de las narraciones de la literatura universal más relevantes del siglo XX. 

Roald Dahl, literatura infantil para adultos

El autor de ‘Matilda’ y ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ tenía un talento especial para trazar historias muy adultas de ambiente azuloscurocasinegro, disfrazadas de relato infantil. Esa aparente sencillez que aborda historias complejas, es lo que ha convertido a Roald Dahl (1916-1990) en un autor atemporal que brilla con especial intensidad en el género del relato corto. 

Los relatos de Dahl a menudo presentan conclusiones sorprendentes que dejan al lector sintiéndose desconcertado. Era un artista del giro final, fermentado eso sí por una narración que va preparando al lector para, prácticamente, cualquier cosa. Es lo que encontramos en colecciones como ‘Relatos de lo inesperado’, donde el autor británico juega con los costumbrismos de su época para llevar luego a sus personajes a momentos y escenas entre lo hilarante y lo escabroso. 

Sí, el estilo de Dahl es accesible y atractivo, pero también tiene una oscuridad subyacente que hace que sus relatos sean memorables. 

Ted Chiang y la ciencia-ficción verosímil 

Ya conoces la historia más célebre de Ted Chiang (1967) pero todavía no lo sabes. En ‘La llegada’ (2016), la aclamada película de ciencia-ficción, una serie de naves alienígenas llegan a La Tierra y una ansiosa humanidad trata de comunicarse con sus pasajeros. ¿Una idea demasiado explotada por cine y literatura? No para Chiang, que en el relato que inspira esta película, ‘La historia de tu vida’, despliega uno de los mejores ejemplos de lo que la ciencia-ficción puede hacer para plantearnos ideas tan interesantes como los límites de la comunicación o la realidad misma del tiempo. 

Gran conocedor de los límites de la ciencia, Ted Chiang se preocupa por darle una base tangible y verosímil a sus historias y algunos de sus mejores relatos, que se encuentran en la colección ‘Exhalación’, exploran temáticas tremendamente actuales. Una muestra es ‘El ciclo de vida de los elementos de software’, cuya temática no puede ser más actual – y, además, le ha valido al autor numerosos reconocimientos como los prestigiosos premios Hugo y Nébula. 

Sin duda, Ted Chiang es uno de los mejores autores de relato corto del siglo XXI tanto por lo imaginativo de sus historias como por lo fácil que transmite conceptos e ideas profundamente desafiantes. 

 

Edgar Allan Poe, padre del terror gótico 

 

Nunca más… nunca más… nunca más… decía el cuervo de Poe, tal vez preconizando que nunca más tendríamos un autor tan deliciosamente perturbado por el horror y lo sobrenatural, por la eterna presencia de la muerte en cada segundo de nuestra vida. 

Edgar Allan Poe (1809-1849) sabía crear atmósferas como ningún otro, lugares opresivos y góticos, teñidos siempre de una niebla real o metafórica en la que el lector no tiene todos los elementos y solo puede aferrarse a una obsesión, como ocurre con el relato ‘El corazón delator’ o ‘El gato negro’. 

Porque a Poe no le hacían falta fantasmas o elementos sobrenaturales para construir sus historias; le bastaba la complejidad insondable de la psique humana para tallar cuentos que han pasado a la historia y que se pueden leer en numerosas colecciones de relatos, como ‘El corazón delator y otros relatos’. 

 

Anton Chejov y el realismo emocional de sus historias

 

Anton Chejov (1860-1904) es conocido por su habilidad para capturar la complejidad de la vida en relatos cortos simples y directos. Su estilo es minimalista y sutil, lo que permite al lector descubrir el significado y la emoción detrás de cada palabra. Chejov a menudo aborda temas como la soledad, la desesperación y la pérdida, pero lo hace con un tono tranquilo y meditativo. Algunos de sus relatos más conocidos incluyen «La dama del perrito», «El beso» y «La petición de mano». Los interesados en la obra de Chejov pueden comenzar con su colección «Cuentos Completos», que incluye más de 200 relatos cortos.

Al incluir a Chejov en nuestra lista, podemos afirmar que estamos hablando de algunos de los mejores autores de relatos cortos de la historia. Cada uno de estos autores tiene su propio estilo y enfoque único para contar historias, lo que los hace fascinantes para los lectores que buscan algo diferente y emocionante.