Dicen que puede mover hasta un planeta y que el mundo gira a través de su veleta. Su sabor todo lo puede y su aroma es tan dulce que ¡ay de aquel que lo pruebe! Lo sentimos por nuestros Romeos y Julietas, pero también por nuestro perro, hermano, madre, amigo, vecina o abuela. Todos queremos impregnarnos de él porque nos hace flotar como satén. Nos convierte en optimistas natos y hasta nos pone más guapos. Somos capaces de saltar al vacío y de decir que sí a todos sus desvaríos. ¿Qué tendrá el amor para hacernos llegar tan lejos y a la vez frenarnos en seco?
Es universal y local, desprendido y un poco entrometido. ¡Queremos ofrecer y que nos ofrezcan también, pues para eso hemos venido a este edén! Puede ser fraternal, filial o carnal, ¡da igual! Todos producen dolores de cabeza. Pero el esfuerzo compensa y, ¡ay del día en que no se sienta! No queremos que nos falte nunca, pero a veces miramos por todas partes y no lo vemos. Aún así nuestra búsqueda no cesa, ¡y eso que a veces resulta inconexa! Lo damos por desaparecido, creemos que nuestros deseos han caído al olvido.
Y un día sentimos que ha llegado el momento de compartir sin lamento. Necesitamos de sus estímulos para sentirnos gigantes y, sin embargo, es tan poderoso que ante él aparecen rubores, miedos e inseguridades. A veces no somos muy hábiles buscándolo. Diríamos más bien que incluso somos un poco zotes alcanzándolo. El amor nos transforma intensamente. A cualquier edad él hace que nos sintamos adolescentes. No damos pie con bola y como escribía Gloria Fuertes en 1958, Todo asusta. Pienso mesa y digo silla, / compro pan y me lo dejo, / lo que aprendo se me olvida, / lo que pasa es que te quiero. / La trilla lo dice todo; / y el mendigo en el alero, / el pez vuela por la sala, / el toro sopla en el ruedo. / Entre Santander y Asturias / pasa un río, pasa un ciervo, pasa un rebaño de santas, / pasa un peso. / Entre mi sangre y el llanto / hay un puente muy pequeño, / y por él no pasa nada, / lo que pasa es que te quiero.
Hay amores intensos, furtivos, fugaces, eternos, rebeldes, ingenuos, secretos, indiscretos, prohibidos, imposibles, fluidos, de verano… Tantos como miradas, colores y formas. Ha hecho suspirar a gente de todos los siglos. Ha dejado en vela a millones. Miles de artistas han escrito bajo sus efectos. Y entre tanto misterio solo una cosa sabemos. Como casi todo, el amor empieza por uno mismo. Ya lo decía Mario Benedetti, “Para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor”.
Las termas del hammam nos acogen para mimarnos y elevarnos; para hacernos ver que lo más importante empieza desde dentro de nosotros. Hay muchas formas de amar, pero no hay dinero que compense lo valioso que quererse a uno mismo y continuar así practicando las virtudes de nuestro verbo favorito con los demás. Porque, como dice este mes en nuestro Almanaque Hammam Al Ándalus Marta Sanz, las aguas de mayo del hammam nos arrastran hacia la sensualidad. Y como ciclos interminables seguiremos eternamente ensayando el amor propio para luego amar a los demás, todas esas personas que pasarán por nuestra vida. Así que ya saben, no sean perezosos ni escatimen en intensidad. Amen mucho a sus parejas, a sus hijos, a su familia, a sus amigos, al próijmo pero, sobre todo, ámense a ustedes mismos.