Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) lleva tiempo escribiendo poesía, relato, ensayo y novela, pero es desde hace un par décadas que su obra se ha vuelto imprescindible para entender la narrativa y la poesía del siglo en curso.
Ahora se acerca al Hammam en este mes de mayo, para regalarnos un texto y dejar su huella entre nosotros.
Defensor de las mujeres, la memoria histórica, los sentimientos solidarios y amorosos y el sentido común enfrentado a la sinrazón del sistema socio-económico, su lenguaje es único y contemporáneo, porque nunca olvida que desde el yo hay que hablar de los otros, los que nos forjaron, los que nos dictan el presente y proyectan el futuro.
Entre sus muchas obras, algunas destacan por su singularidad. En poesía, se ha destacado con El cielo (DVD, 2000); y en Resurrección (2005), Calor (2008), Gran Vilas (2012) y El hundimiento (2015), todas en Visor. En la novela se ha convertido en autor de referencia con España (DVD, 2008), Aire nuestro (Alfaguara, 2009), Los inmortales (Alfaguara, 2012), El luminoso regalo (Alfaguara, 2013) y Lou Reed era español (Malpaso, 2016).
Mención aparte merece su última novela, Ordesa (Alfaguara, 2018), considerada por el diario El País como el mejor libro del año, avalado por lectores y crítica. Se trata aparentemente de una historia de familia de carácter autobiográfico que se inicia en los sesenta del siglo XX, pero que nos sumerge en el retrato duro y estremecedor de la España reciente, la memoria histórica, los lazos afectivos y la inclemencia de un relato familiar ajeno a la nostalgia, que se niega a edulcorar la realidad, para hablar abiertamente del desgarramiento y del aprendizaje de la vida contando con la herencia de un país, unos hechos y un círculo cercano.
Merece la pena reseñar aquí algunas citas del autor sobre su novela, porque revelan no solo su creación sino las circunstancias en que fue concebida: “Comencé a escribir Ordesa unos cuantos días después de la muerte de mi madre. Me divorcié en las mismas fechas. Me visitaron en aquellos meses un montón de sentimientos que no sabía que existían, tenían un aire espectral. A pesar de ver espectros por todas partes, había belleza en los adioses que estaba presenciando: el adiós a mi madre, el adiós a mi matrimonio y el adiós a mí mismo. Lo malo fue que desde la primavera del 2013 hasta junio de 2014 el alcohol pasó a gobernar mi vida. Dejé de beber el 9 de junio de 2014. Desde entonces no he probado ni una gota de alcohol”.
También comenta sus intenciones: “Quería un libro sobre la verdad, un libro que dijera la verdad. Dejé mi trabajo y dejé la ciudad en la que había vivido tanto tiempo. Si hubiera seguido en ese trabajo, me hubiera muerto y no hubiera escrito ni una línea”.
De esta manera, Vilas se desnudó ante la página: “Comencé a invocar a mis padres, a mis padres muertos, porque tanto mi padre como mi madre son los protagonistas absolutos de este libro, porque sus muertes se fueron convirtiendo en una leyenda dentro de mi corazón”.