Si estás en Madrid o piensas visitar la ciudad en estas próximas semanas, no podemos dejar de recomendar dos interesantes y muy distintas muestras de arte que merecen contemplarse y vivirse para estar al día y para disfrutar: la nueva obra de Miquel Barceló y las pinturas de Van Gogh en movimiento. La primera se encuentra instalada en la galería Elvira González desde el 19 de enero y hasta el 30 de marzo. La del pintor holandés la ofrece el Círculo de Bellas Artes hasta el 26 de febrero.
Vida de pulpo es el título bajo el que se presentan las más recientes creaciones de Miquel Barceló (Mallorca, 1957), uno de los artistas más reconocido e internacionales de nuestro país, una selección de su producción durante los dos años últimos. Se trata de un conjunto de quince pinturas sobre lienzo, además de otras sobre papel y cerámica. En ellas se observa el regreso del artista a uno de sus temas recurrentes: el mar, su naturaleza, los barcos, los marinos y algunos animales. Con colores fuertes a veces y otras suaves, rojos sanguíneos y azules radiantes, grises tormentosos, blancos impuros, se expresa una rotundidad escénica que sorprende y sobrecoge por su dinamismo y su , así como también esboza delicadas visiones neoimpresionistas. Las sensaciones fluyen de los cuadros y embargan al que los mira por su fuerza o por sus elipsis.
El Círculo de Bellas Artes apuesta sin embargo por uno de los pintores más geniales del postimpresionismo y el expresionismo europeo, Vincent Van Gogh (1853-1890), pero no se trata de una exposición clasicista con un montaje al uso. Van Gogh Alive – The Experience, título de la muestra, se presenta como un grandioso juego móvil de sus conocidísimas obras. Son tres mil imágenes de gran tamaño en constante movimiento mediante la innovadora tecnología SENSORY4TM, acompañadas de luz y de música, de tal manera que el espectador no contempla ya la obra desde la distancia, sino que puede sumergirse en ella y vivirla con los sentidos mientras camina o se detiene, pues hasta en el suelo encontrará proyecciones de su pintura. Nunca Van Gogh ha resultado tan contemporáneo como en este ensamblaje que aúna lo clásico conocido con lo más sorpresivo de la nueva tecnología. El visitante no verá, sino que se sentirá bajo La noche estrellada; no verá, sino que podrá rozar los pétalos de Los girasoles, y no verá, sino que podrá entrar directamente a La habitación de Arlés.