El principio y el fin; el verano y el otoño; el descanso y la búsqueda; los días perezosos y el comienzo de la rutina; el mar y la ciudad; el disfrute y los nuevos propósitos; el desayuno en la cama y el sonido del despertador; los días soleados y las primeras tardes pasadas por agua… septiembre es ambiguo, opuesto a lo absoluto, la prueba de que los giros y los matices están llenos de belleza.

Apuntes sobre la belleza. 1.1. La riqueza de las experiencias

El ciclo de la belleza vive en septiembre

Esa cicatriz no estaba ahí antes. Hace unos meses solo había piel tersa y suave. Los primeros días ella se lamenta por haber estado tan torpe aquel día y haber tropezado. ¿Quién iba a pensar que una caída tan tonta acabaría en quirófano? Cada vez que se mira el brazo y descubre esa costura en su geografía, no puede evitar sentir un sobresalto. “Tienes que acostumbrarte a ella, es una nueva compañera de viaje”, se dice. Un día, mientras toma el último sorbo del café del desayuno, encuentra un artículo en un diario digital. “Los japoneses reparan objetos rotos, rellenando las grietas con oro, enalteciendo la zona dañada. Creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso”. O, como escribió el novelista Marc Levy, “el tiempo cura todas las heridas aunque nos deje algunas cicatrices”.

Apuntes sobre la belleza. 1.2. La importancia de la ligereza

El ciclo de la belleza vive en septiembre

La madurez le había arrugado los ojos, la frente y los labios; y le había curvado la espalda, las rodillas y las orejas. Sin embargo, también le había aclarado la mente de prejuicios y el corazón de rencores. Ahora se miraba al espejo y su mirada era más transparente que durante sus años mozos. Él también había deseado a cuerpos esbeltos. La juventud y la belleza se dan la mano, es un concepto universal, lo sabe todo el mundo. Durante un tiempo le apenó que el pedal del acelerador lo alejara progresivamente de esa época en la que todo estaba bien. Pero no solo conocía la belleza por los tramos de lozanía, también la había descubierto en atardeceres por todo el mundo; en gestos de amigos; en situaciones que se habían puesto complicadas inesperadamente… Años que se van volando, en los que había tirado por la borda inseguridades, miedos, complejos… Lastre. Ahora, se dijo sonriendo, empezaba lo verdaderamente bueno.

Apuntes sobre la belleza. 1.3. La complicidad de una mirada

El ciclo de la belleza vive en septiembre

Aute había escrito sobre ella. Paolo Sorrentino le había dedicado una película. Cuántas editoriales en su nombre. Todo el mundo la asociaba a algo estético, era una regla no escrita. Belleza es simetría, armonía, la proporción áurea, las esculturas griegas… Sin embargo, cuando llegaba el momento de sincerarse, cada persona la concebía como algo más profundo y personal. Las imperfecciones que hacen que cada uno sea único; la conexión con un ser querido; la sensación de paz y bienestar; el equilibrio con uno mismo; la bondad de la gente; un atardecer; un vínculo que nada tiene que ver con artificios, sino con latidos y respiraciones… Sí, con algo orgánico, con las emociones, con el afecto, con la complicidad, con los cuidados… Y no se había dado cuenta, de que la belleza era la vida misma.