Ya sea entre semana, fin de semana, durante la mañana o durante la tarde, coincidiréis con nosotros en que es difícil resistirse a un buen paseo por el centro de la ciudad: Pararse en los escaparates, probarse mil prendas, dar y recibir opiniones sobre los modelitos, probar zapatos, sandalias, tacones o botas… Demasiado estrés, ¿no? Sobre todo cuando estamos ultimando compras para alguna ocasión especial o evento ¿Cómo liberar el estrés? 

 

Seguro que ya estáis adivinando la respuesta. Y es que la moda, el ritual de salir de tiendas, puede estar ciertamente relacionado con el que se vive en el Hammam. En ambos casos se trata de cuidar nuestro cuerpo, de ponerlo guapo, después de ‘maltratarlo’ un poco en el día a día.

Imaginad el plan del fin de semana. Objetivo: Encontrar ese traje o vestido perfectos para la boda que tenemos el mes que viene. Toda la mañana dando vueltas por las tiendas intentando encontrar algo cómodo y económico a la vez, por supuesto. El termómetro tirando hacia arriba, las calles concurridas, los centros comerciales masificados… y nosotros pensando que el conjunto perfecto está al caer. «Total si solo necesitábamos un vestido, zapatos, complementos», piensan ellas. «Yo creo que todavía me sirve la corbata de mi último cumpleaños», se dicen ellos, tienda tras tienda. Al final, ¿a quién no le ha asaltado un poco el agobio, cansado de andar de un lado para otro, mirando en todas las tiendas que conocíamos y las que nos iban aconsejando?.

Por fin encontramos lo que andábamos buscando. Y cuando paramos a disfrutar de nuestro hallazgo, después del sufrimiento, toca un merecido descanso, ¿no?.

Aunque la tentación de una cervecita con su tapa es grande, nos preguntamos: «¿Y si el día de la boda no entra el vestido que me acabo de comprar? En la tienda me estaba perfecto…» Y pensamos que no. Que la tapa no es tan buena idea. Que mejor es buscar el sitio idóneo para recuperar fuerzas y descansar cuerpo y mente. Que el agua fría y caliente, que el ambiente cálido y acogedor puede ser el mejor premio. Que quizá un masaje relajante que reactive la circulación y libere la pesadez del esfuerzo realizado durante el día sea lo que nos tenemos merecido. Es el mejor colofón a una jornada de compras… ¿No te parece?

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